Fundamentos de la

Ley 13868

 

El incremento del uso de bolsas de plástico como embalaje y envase generalizado para el transporte y contención de todo tipo de bienes y productos, ha aumentado considerablemente, multiplicando su nocivo impacto ambiental. Estas bolsas plásticas han invadido todos los paisajes, no existiendo lugar alguno donde no encontremos una de ellas o rastros de alguna de ellas, siendo un problema creciente su proliferación. En muchos casos son utilizadas como descartables dándoles una sola utilización generando de esta manera una masa de residuos no degradables que no se puede gestionar. Nuestra propuesta legislativa, intenta abordar este problema minimizando su impacto ambiental en cuanto a su utilización racional y reciclado, apuntando al reemplazo de las mismas por otros elementos menos dañinos al medio ambiente.

Es cierto que las bolsas de plástico son prácticas, limpias e impermeables, que en los supermercados y comercios en general nos las entregan gratis, que nos hemos olvidado de la preocupación de llevar nuestras propias bolsas para transportar las mercaderías, y que además, los costos son disminuidos ya que el costo ambiental para estas empresas queda fuera del costo real de este tipo de envases y embalajes.

Para dar algunas referencias y según los valores mayoristas que hemos consultado, la utilización de bolsas de papel en reemplazo de las de plástico, encarece el costo de este envase en aproximadamente un sesenta y cinco por ciento. Pero, no es menos cierto que el costo ambiental de las bolsas de plástico es muy elevado. La primera razón del perjuicio ambiental es que estos plásticos, sea el polietileno o el polipropileno, son materiales no biodegradables, es decir que no se degradan en la naturaleza. La segunda razón, es que el plástico es un derivado del petróleo, recurso no renovable y por lo tanto, a medida que se utiliza se extingue y aumenta su costo. Por ello es que, cada bolsa de plástico que se utiliza a diario tiene un alto costo medioambiental, a pesar de su bajo precio en el mercado. 

El programa de reemplazo que proponemos, que seguramente será mejorado a lo largo de su paso por las comisiones, es de carácter gradual y progresivo, otorgando un plazo de veinticuatro (24) meses, a los comercios un tiempo razonable para sustituir las bolsas de plástico no biodegradable por otros materiales biodegradables u otros elementos menos impactantes en el medio ambiente. Otro aspecto a resaltar es la campaña activa que debe realizarse para la difusión, concientización  y asistencia de los comercios y público en general, a los efectos de cambiar paulatinamente esta cultura de la utilización del plástico descartable, fomentando la vuelta a la vieja y saludable “bolsa de los mandados”.

Este problema de la proliferación del plástico es creciente y los basurales y rellenos sanitarios no dan abasto para contener tanta cantidad de este tipo d e material. Desgraciadamente, los plásticos no sólo se acumulan en tierra sino también en los cursos de agua y el mar, provocando daños irreparables. A modo de ejemplo aportamos los siguientes datos sobre esta problemática en España;  el 4% del total del petróleo extraído se destina a la industria del plástico y, entre los años 2000 y 2002, se consumió en el país ibérico 1.502.519 toneladas de plástico que, posteriormente a su uso paso a convertirse en residuo, reciclándose tan sólo el 17,1% del total. En una ciudad como Zaragoza, de unos 600.000 habitantes, se tiran aproximadamente 12.800 toneladas de bolsas de plástico al año. Frente a este problema de notable dimensión, en aquella ciudad la asociación de consumidores San Jorge, en colaboración con el Departamento de Medio Ambiente del Gobierno de Aragón, inició una campaña de información y sensibilización medioambiental bajo el lema  LA BOLSA O LA VIDA”, para concienciar a los ciudadanos de la necesidad de reducir el consumo de bolsas de plástico que utilizan en su vida diaria. Por esta razón, actualmente, algunos supermercados ofrecen bolsas de tela que cuando han sido desgastadas se renuevan, disminuyendo de esta manera el impacto ambiental.

Es importante señalar que algunos fabricantes han introducido recientemente bolsas de plástico biodegradables, a base de polímeros de almidón o ácidos polilácticos que no contienen derivados del petróleo y que pueden transformarse en abono (compost). Pero la cuota de mercado de estas bolsas es muy reducida y no llega al  uno por ciento ya que la utilización de este material tiene un costo mayor. La poliesteramida, es un nuevo plástico biodegradable que es semitransparente, translucido y no deja restos. Este nuevo producto que ha sido difundido por la empresa Bayer, es resistente a los disolventes, estable a la luz, firme y extraordinariamente tenaz, según lo declarado por la compañía.

Para evitar que una multitud de bolsas plásticas que escapan a su destino final en los basureros y rellenos sanitarios, sigan volando por los aires una vez desechadas, contribuyendo a ensuciar las calles, los paisajes, las playas y los mares, es que impulsamos este programa de sustitución, solicitando a mis pares legisladores acompañen el presente proyecto de ley.