FUNDAMENTOS DE LA LEY 14977

Eusebio Marcilla, el “Caballero del Camino”, así conocido en todos los pueblos de América, fue definido por el periodista Alfredo Praga al decir “… conocía muy bien el exacto valor de la moneda. La consideraba una pieza útil únicamente para el comercio. Pero sucia y bastarda para manejar el pensamiento. Sus convicciones no tenían precio”.

Hijo de don Carmelo Marcilla y doña Carmen Balbi, Eusebio nació en la ciudad bonaerense de Junín un 16 de julio de 1914 en un atardecer pleno de sol, mientras el mundo se desgarraba por la guerra.

Desde temprana edad, se mostró inclinado a los estudios, locuaz, sincero, noble, de un carácter que ya definía su personalidad y así sería toda su vida. Entre los 7 y los 14, debió establecerse en la provincia de Córdoba junto a su familia. Allí prosiguió sus estudios, siendo un alumno destacado, cuya viveza y ese maravilloso don de la amistad sin dobleces, que lo hacía querer en todas partes, es lo que le abrió las puertas de los corazones. A los 12 años quiso estudiar Teneduría de Libros y así lo hizo, pero ya afloraba otra faceta de su inquietud: los autos. Esa era su pasión.

A su retorno a los pagos de Junín, expondría sus deseos de ser mecánico y entra en el primer Taller mecánico del Sr. Soya, con ansias de aprender, anhelando estar cerca de todo lo que sea mecánica.

Al año quiere entrar a la casa Buisan y como propia la madre recuerda “el muchacho se dio el gusto”. Comienza atendiendo el surtidor, y en las horas libres, en las que le robaba al descanso, estudiaba mecánica por las escuelas internacionales, pasando pronto al sector “Repuestos” aprendiendo tanto que se convierte prácticamente en indispensable hasta lograr ingresar al “Taller”.

Allí conoce a Teodoro Baños, con quien luego instala un tallercito, en el que luchan un año y medio, sin claudicar antes las adversidades, permaneciendo firme en tal empresa.

A los 25 años recién cumplidos cumple un viejo anhelo al ingresar a la línea “La Florida” y realiza su primer viaje. Ya está en el camino. Va por la cinta de asfalto y su inquietud, su temple, su corazón lo está guiando. Allí se transforma en una figura solvente, a la par que trabaja en silencio, preparando su Chevrolet del 27. Era la época de los pilotos-preparadores, era muy buen mecánico y muy buen piloto.

En 1939, debuta en circuito, el cual lo hace en Salto marcando la iniciación de su extraordinaria trayectoria, ejemplo de virtudes en el deporte nacional.

Desde allí arranca su era. En la mente de los aficionados, están cien recuerdos: una comisión de vecinos que auspicia su intervención. El público que da el espaldarazo definitivo a esa cruzada. De a poco está en la cumbre de la fama, realiza una labor estupenda, 39 carreras donde estuvo 9 veces ganador, 4 veces escolta, muchas veces 3 y 4, solo dos veces no se clasificó y siempre que lo hizo estuvo del 5 puesto en adelante. Tres veces sub-campeón argentino de carretera. La estadística es terminante.

Si bien no llegó a ser campeón argentino, varias veces se le escapó por muy poco. Ganó difíciles carreras y algunas etapas de grandes premios. Fue la punta de lanza de los “chevroletistas” luego del alejamiento de Fangio, y era ídolo indiscutido de la marca. En realidad era el ídolo de muchos, más allá de la marca que representaba. Porque era un hombre que sobrepasaba ciertos límites cuando de calidad humana se trataba.

La anécdota que más lo grafica sucedió durante el Gran Premio América del Sur (Buenos Aires-Caracas), donde luego que la organización tuviera que cancelar el día de descanso en Lima por el advenimiento de una revolución, los pilotos se vieron obligados a tener que correr de noche y con pocas horas de descanso. El que se llevó la peor parte fue Fangio, que en el paraje Huanchasco sufrió un accidente en el cual perdió la vida su acompañante Daniel Urrutia.

El primero en pasar por el lugar del incidente fue Manrella, quien venía liderando la carrera con bastante holgura. Se detuvo y traslado a sus colegas a un hospital cercano. Esto lo hizo perder un tiempo valioso (casi media hora), el cual nunca más pudo recuperar en el resto de la competencia y por eso terminó en la segunda colocación.

Gracias a su actitud humanitaria se había ganado el cariño del público que solía arrebatar los caminos para ver de cerca, aunque más no sea por unos pocos segundos, a los ídolos del TC.

El no haber llevado publicidad oficial le pudo haber ahorrado algunos dolores de cabeza, como eludir las infinitas trabas que le ponían para conseguir permisos para traer repuestos importados, y hubiera significado un ingreso de dinero extra, pero prefirió mantenerse firme con sus ideales.

Así es que los relatores en las transmisiones oficiales, no lo mencionaban, ni por su nombre ni por su apellido, como era de práctica para el resto de los pilotos. Lo llamaban “el piloto del auto negro número…”, o “el Chevrolet de Junín”. Nunca por su nombre.

Muchos resignaron su propia dignidad para su encumbramiento y en aras de mejoras económicas. Muchos, pero no Marcilla que se mantuvo digno, inclaudicable en su pensamiento de ciudadanía libre, porque admitía que su pueblo lo había apoyado sin exigencias, sin distingos, ni ideologías políticas ni de ninguna especie.

El 14 de marzo se cumplieron 64 años de aquel día en que “El Caballero del Camino” se iba en un veloz viaje a la inmortalidad, mientras disputaba la Vuelta de Santa Fe, en la localidad de Recreo, dejando dos retoños maravillosos de la unión con doña Haydee Maggi.

A más de medio siglo de su deceso la imagen de Marcilla sigue viva, en especial en la ciudad bonaerense donde nació, en la que se ha constituido una asociación y se ha inaugurado un autódromo llevando ambos su nombre. En Recreo tampoco se olvidan de él. En el sitio del choque hay un monumento que recuerda el hecho y hay una entidad que se encarga de la preservación y mantenimiento del mismo. Todo esto para no olvidar a la figura de quien realmente hizo honor a su apodo de Caballero del Camino, tanto arriba como abajo del auto.

El presente proyecto de ley tiene como antecedente el del Diputado Vignali (D 229/13-14) presentado.

Por todo lo expuesto es que solicitamos la aprobación del presente proyecto de Ley.