Fundamentos de
El presente proyecto tiene un
doble objetivo, sin que ninguno de los dos se subordinen
entre sí. Partimos de rescatar la importancia que han tenido históricamente los
clubes barriales y sociedades de fomento en la construcción de la ciudadanía.
Al finalizar el siglo XIX y en el transcurso del siglo XX, hemos recibido
importantes corrientes migratorias, que en sus comienzos y hasta la primera
década del siglo XX en que se sancionó
Al amparo del proceso descrito en el párrafo anterior es que floreció el asociacionismo y creció el hábito de fundar clubes. Argentina no hubiera sido lo que es y los clubes no hubieran cumplido su papel socializador y de pertenencia sí conjuntamente con la inmigración y la fundación de clubes no hubiese estado en curso el proceso de educación pública.
A fines de siglo XIX y comienzos del siglo XX había una “manía” de fundar clubes que no se restringió a la clase dominante. Otras gentes, con otros orígenes, otra situación económica, otra posición social y otra vinculación con el ocio se sumaron a la corriente. Estas personas llegaron a nuestro país en el marco de un movimiento migratorio importante, actuaron como mano de obra para hacer exitoso el modelo de país modelado por la oligarquía agroexportadora. Con posibilidades de desarrollo económico y sin derechos políticos, los nuevos habitantes procuraron asentarse y, con el tiempo afianzaron sus lazos de unión con el nuevo lugar a través de la creación de instituciones propias.
Estos
hechos se desarrollaron mediatizados por
determinaciones políticas que sentaron las bases de la educación popular
durante el primer gobierno de Roca (década del 80 del siglo XIX). La
realización del Congreso Pedagógico (1882) y la sanción de
Estos clubes y asociaciones se caracterizaban por difundir valores y roles que aún hoy siguen intactos a nivel del barrio y de su club, valores tales como los de la “solidaridad”, la “integración”, la “participación” y la “vida democrática. Los clubes y las sociedades de fomento fueron reservorio de esos valores tan caros a nuestra sociedad, los preservaron de la dictadura militar y los desarrollaron plenamente en la última crisis económica y social cuyo corolario fue el famoso diciembre del 2001.
A lo largo de los años, los diferentes gobiernos advirtieron esa reunión de principios y valores en torno a los clubes sociales y se establecieron medidas tendientes a su fomento, pasando por la tolerancia a su existencia hasta el impulso de sus actividades. Subsidios, exenciones fiscales, cesión de tierras que merced al esfuerzo de sus socios produjo como corolario bellísimas instalaciones. A su vez, los clubes fueron escuelas de la democracia a punto tal que su vida interna era mucho más transparente y ejemplar que la vida del poder público. Aún en las más oscuras y terribles dictaduras, en los clubes se continuo votando y eligiendo democráticamente a las autoridades.
Estas instituciones no poseen finalidad lucrativa, ya que sus estatutos consagran que la única finalidad de los mismos es el bien común y constituyeron y constituyen gran parte del acervo social y cultural del pueblo impidiendo hasta el presente que el mercado pudiera modificar sus fines sociales y comunitarios.
Esos clubes fueron los
dinamizadores de los bienes culturales y fue también alrededor de ellos que se
construyeron las identidades barriales. Fueron los grandes contenedores frente
a las crisis, fueron vehículo de la justicia social y por lo tanto son parte de
la historia de
Alrededor de los clubes hay historias de familias, de relaciones, de luchas y fracasos, historias que circulan y están aun presentes en imágenes y relatos de los viejos socios de esos clubes. Se trata de sociedades de fomento, clubes y bibliotecas populares de 50 años y más, lugares que pueden desaparecer, pues cuesta sostenerlos. Si esas instituciones desaparecen, con ellas lo hacen también esas historias, que pueden perderse justamente cuando es en este presente en que hacen falta espacios públicos para los jóvenes; un presente que hace inmensamente necesario fomentar lugares desde donde participar y expresarse y desde donde reconstruir la historia para afianzar un proyecto de futuro.
Por eso este proyecto de ley promueve la revalorización de las instituciones y la inclusión de los jóvenes y adultos mayores, promueve la practica ciudadana de los mismos en las organizaciones de la comunidad tales como las “sociedades de fomento” y “clubes de barrios” de la provincia de Buenos Aires, que se encuentran desactivadas, o en crisis y próximas a desaparecer debido a situaciones multicausales. Nuestros objetivos son promover el fortalecimiento de las instituciones barriales históricas , que forman parte de la memoria colectiva de la construcción de una comunidad; promover la recuperación y el uso social del espacio público, apoyando el surgimiento y la consolidación de los circuitos juveniles barriales (centros culturales, bandas musicales, murgas, equipos deportivos etc.); profundizar la descentralización de la oferta de políticas de acción barrial y el acceso a los bienes y servicios culturales y sociales; acompañar el surgimiento de nuevos emprendimientos sociales sustentables, ligando cultura y trabajo; identificar las características patrimoniales físicas del barrio y de la diversidad de su población, promover el interés de los jóvenes en la promoción, participación y el sostén de los núcleos barriales de participación popular; reconocer las dinámicas culturales e identitarias que se viven al interior del barrio buscando generar o potenciar las redes sociales adecuadas para fortalecer procesos barriales; fortalecer la inclusión sociocultural y la identidad de los pobladores de los barrios; impulsar y divulgar las manifestaciones de la cultura barrial y urbana.
Pensamos un programa que de lugar a un proceso participativo, por medio de asambleas, talleres etc, entendidas como herramientas de acuerdo y organización para “sacar adelante el club”. Este proceso de recuperación de la memoria y de la historia barrial será llevado adelante por grupos de jóvenes que no poseen un espacio de pertenencia y participación donde desarrollar sus potencialidades, desarrollando una interacción continua con los adultos que han fundado el barrio y el club, juntos rescataran las historias personales y comunitarias que han sido fundantes de ese lugar y recrearán actividades artísticas, deportivas y culturales basados en este eje de intercambio.
A los efectos de que el espacio geográfico abordado se convierta en epicentro de diversas actividades surgidas desde los intereses no solo de los jóvenes, si no también de la comunidad barrial articuladas con las políticas públicas prevemos la apertura de "núcleos barriales de participación popular". El corolario de la implementación del programa dará lugar a la sistematización artística” de todo el proceso en una obra artística o histórica que de cuenta de la conformación de la identidad barrial.
El nombre de éste programa surgió como metáfora espontánea al pensar y al diseñar un programa social que rescate a los viejos clubes y organizaciones de barrio, que hoy están en serias dificultades de sostenerse y para eso contamos con el permiso de uso del nombre por parte de los autores legítimos de la película “Luna de Avellaneda”, que muestra maravillosamente, desde la mirada artística, la historia de este problema.
Por los motivos expuestos y con la firme propuesta de seguir trabajando por la justicia social, por la inclusión de los sectores postergados, por la recuperación de la memoria y de la historia como herramienta de cambio social es que solicito a mis pares la aprobación del presente proyecto de ley.