Fundamentos de la

Ley 11895

 

 

 

 

En 1857, el juez de Paz de Morón encomendó al ingeniero Adolfo Soudaux la mensura de los terrenos propiedad del Estado en las cercanías de lo que se conocía como Paso Morales -nombre que se le daba a las tierras que forman parte del municipio de Hurlingham-, y que evocaban el nombre de quien fuera propietario de la comarca en el siglo XVII, el alférez Domingo Morales.

En tierra de la localidad que actualmente se conoce como William C. Morris se estableció el molino harinero de la familia Langevin, que ocupaba a 30 personas que residían allí mismo, siendo éste el primer asentamiento del hoy distrito de Hurlingham.

En 1862 don Nicolás Macciavelo, un inmigrante genovés, instala un almacén de ramos generales en las cercanías de Paso Morales, puente por donde se cruzaba al río de las Conchas -en la actualidad de la Reconquista y que permitía el acceso a lo que hoy se conoce como San Miguel.

Lentamente la zona ve llegar a inmigrantes y criollos que laboran sus tierras, crían ganado y se constituyen en la incipiente población del futuro Hurlingham. Luego que se comienza a conocer por este nombre a la región, gracias a la instalación de la estación ferroviaria de Hurlingham en 1890, (que a su vez recrea la denominación del club fundado por inmigrantes británicos) la zona toma un nuevo empuje producto de este medio de comunicación que la vincula de forma rápida con la ciudad de Buenos Aires.

También en 1890 se asientan en la zona de la localidad de William C. Morris, caballerizas que servían a las prácticas de polo y el hipódromo del Hurlingham Club.

Ya en el siglo XX, alentados por una favorable política inmigratoria se acrecientan los asentamientos de nuevos pobladores básicamente abocados a las tareas de chacras, tambo y comercio. Todo esto va configurando hacia 1950 lo que se conoce como Hurlingham Oeste, donde moran por ese entonces veinte mil habitantes.

En 1958 los vecinos de la zona gestionan la inauguración de la estación William C. Morris del ferrocarril General San Martín, a la altura del kilómetro 29 de esa vía férrea en honor a ese promotor de la educación que fuera Morris. Cabe recordar aquí que este inmigrante inglés, benefactor de la educación y la cultura, creó en 28 años decenas de establecimientos escolares de diferentes niveles y modalidades, una biblioteca popular, y hasta un hogar para 300 chicos. Por las aulas de sus escuelas pasaron más de doscientos mil alumnos.

La apertura de la estación de William C. Morris identificó a toda la zona de Hurlingham Oeste con su nombre e importó un nuevo y definitivo impulso a la población y urbanización del extremo noroeste del hoy distrito de Hurlingham.

Pasadas cuatro décadas de la inauguración de la estación encontramos a William C. Morris como promesa de futuro en el novel municipio de ciento ochenta mil habitantes.

Los vecinos del lugar, las sociedades intermedias, la comunidad educativa, industriales y comerciantes verían cumplido un anhelo al ver convertida a la localidad en ciudad, lo que sería un acto de estricta justicia dado rango alcanzado por densidad poblacional, participación económica y vocación de crecimiento.

Además de los fundamentos expuestos William Morris cumple los requisitos que prevé la Ley 10.806 por lo que solicito al honorable Cuerpo la aprobación del presente proyecto de ley.