FUNDAMENTOS DE LA
LEY 13383
El sangriento bombardeo sobre
La oligarquía nacional ambicionaba su regreso al poder, el reestablecimiento del régimen anterior y la anulación del proceso revolucionario iniciado en 1943. Todas las acciones reivindicativas y superadoras que intentaban reparar la injusticia social, eran boicoteadas sistemáticamente. Fueron principalmente los dueños de la economía quienes planificaron la contraofensiva frente al cambio de las reglas de juego instaladas por el gobierno popular.
La llegada de Perón y la clase trabajadora al gobierno fue un duro golpe para el “establishment”. La gesta nacional peronista, puso a la defensiva al poder económico que de inmediato comenzó con la tarea de minar el proyecto que suscitó la adhesión del pueblo trabajador.
La intentona militar del 28 de septiembre de 1951 fue el comienzo. Las bombas en la estación del subterráneo de Plaza de Mayo en abril de 1953 mostraron la aparición en escena de los “comandos civiles”, nefasta expresión de grupos funcionales a los designios antipopulares.
No es descabellado sostener que
el ataque se aceleró porque el gobierno del general Perón había remontado la
crisis económica de los años 1951 y 1952 y además estaba modificando su
estrategia para revitalizar el proyecto nacional. En aquel momento
El
odio incubado estalló en el destemplado mediodía del 16 de junio de 1955. El
brutal ataque aéreo incluyó metralla y bombardeo, sobre la población civil en
Cientos de cadáveres quedaron
sembrados en
Este acto criminal y terrorista no tiene antecedentes en la historia de los golpes de Estado. El ataque a ciudades indefensas, y el bombardeo sobre poblaciones civiles no solamente está prohibido por las convenciones internacionales sino que han recibido el repudio universal.
Como escribiera Salvador Ferla en su libro Mártires y Verdugos: “Nuestro pueblo, que estuvo alejado del escenario de esa guerra, que jamás pudo con su imaginación reproducir la imagen aproximada de un bombardeo aéreo, experimenta ese horror -el horror del siglo- en carne propia, por gestión de su propia aviación. Y esa aviación que nunca había tenido que bombardear a nadie, que no sabía lo que era un bombardeo real, hace su bautismo de guerra con su propio pueblo, en su propia ciudad capital”.
Lo patético sobrevino después, cuando caído el gobierno peronista, ninguno de los golpistas mostró remordimiento alguno, ni esbozó una disculpa. Al contrario, se tendió a glorificar esa perversa acción con el silencio cómplice. Este silencio debe terminar, debemos saldar las cuentas pendientes y transitar el camino de grandeza que siempre nos prometimos.
Este proyecto de ley lo impulsamos con un afán esclarecedor y reparador de las situaciones traumáticas que han quedado sin resolver y siguen vivas en la memoria colectiva de nuestro pueblo.