FUNDAMENTOS DE LA

 

LEY 14179

 

 

Tal vez, los primeros antecedentes de protección de áreas naturales en nuestra Provincia se manifiestan en la letra de los artículos del Decreto 5.421/58, cuyo objetivo primigenio fue crear espacios de reserva protegidos de la actividad de caza tal cual lo establecía el artículo 11 de la ley de caza de la provincia de Buenos Aires № 5.786/54.

Aquel decreto del año 1958 declaraba “reservas con carácter definitivo” a la Isla Botija, Río Barca Grande, Selva Marginal de Punta Lara y Sierra de la Ventana; por su carácter de ser paisajes prístinos, además de valorizar su carácter científico por conservar porciones de la fauna, la flora y la gea autóctonas.

Transcurrieron más de treinta años para que se promulgase la Ley 10.907 para conservar las áreas naturales y que estas áreas sean efectivamente representativas de los ecosistemas naturales de nuestra Provincia. La misma propone la creación de un sistema de áreas naturales protegidas donde se establecen las actividades permitidas y no permitidas que se pueden llevar a cabo con el objeto en los ambientes declarados por ley para su protección. En este sentido la misma ley propone en su artículo 30 la ratificación legislativa de las áreas declaradas tales por decretos anteriores. Este es el caso de la “Isla Botija”.

Para el caso que nos ocupa, la declaración de reserva natural pretende constituir una muestra representativa del delta interior de la provincia de Buenos Aires, sobre el Río Paraná Guazú, y bajo la figura de Reserva Natural de Usos Múltiples, generar un esquema de conservación de la naturaleza y la posibilidad de actividades productivas bajo la modalidad de uso sustentable de los recursos, para los habitantes que residen en las parcelas vecinas de dominio privado.

Sobre la superficie de la isla, se reconocen varias comunidades vegetales en total concordancia con la mayoría de las islas del Delta. Botija no se diferencia de la topografía típica con sus orillas algo elevadas en albardón y el centro más deprimido, aunque al parecer al menos en el sector recorrido, no tan deprimido como su vecina Talavera. La costa sobre el Paraná se visualiza sin duda poco estable, muy activa y cambiante por la erosión provocada por corrientes fuertes. Sin embargo la totalidad de los ambientes de la isla están sujetos a pulsos esporádicos provocados por grandes inundaciones, como lo demuestran sus comunidades que se mantienen en las etapas tempranas de la sucesión. Las principales comunidades vegetales observadas pueden resumirse de la siguiente manera:

-Vegetación flotante sedentaria, tendida. Desde la orilla de los arroyos de aguas tranquilas o en las pequeñas entradas sobre el Paraná Guazú, se desarrollan tendidas sobre el agua trabada sobre la costa, comunidades flotantes de gramíneas como los pastos camalotes de diferentes especias, polygonáceas y afines. Enmarañadas entre las redes de sus tallos flotantes vegetan otras acuáticas más libres como los camalotes y en los intersticios las erráticas lentejas, helechos de agua y otras especies. Estas comunidades en las zonas menos expuestas al oleaje, forman embalsados que cierran la comunicación entre el Arroyo Botija y el Boca Falsa.

- Praderitas ribereñas. Son comunidades que ocupan de forma discontinua las playitas limosas que reciben acción directa del oleaje y a veces aún ocupan el suelo bajo alguna comunidad arbustiva sobre la orilla. La vegetación se dispone apretadamente cubriendo el suelo como denso tapiz siendo las más frecuentes la azucena de la costa y la Oreja de Ratón. Es directamente moldeada e instable por el efecto erosivo del agua.

- Juncales, pajonales, espadaña, totora, paja brava. Sobre zonas de suelos deprimidos casi permanentemente saturados de agua, hacia la zona central de isla y discontinuamente sobre el margen, vegetan distintos tipos de pajonal. En sectores profundos costeros (aún centrales en la isla vecina Talavera) domina la comunidad de juncos. Sobre sectores algo menos inundados pajonales de Espadaña, Totora y algunos Pirí, acompañados por Cuchareros y Pajas Mansas en sectores con suelo temporalmente seco. En estos ambientes son comunes los Coipos y a juzgar por los abundantes rastros otros Cricétidos acuáticos.

- Matorrales ribereños (con seibos). La comunidad dominante sobre la costa y hacia el centro en la zona visitada es el matorral ribereño, como heterogénea transición entre pajonales y bosquecillos de sauce. Esta enmarañada comunidad arbustiva vegeta sobre suelos muy húmedos e inundados durante algún tiempo. Dominan las acacias de pajonal, las acacias mansas y en proximidades de las orillas carpincheras. También vegetan algunas enredaderas y aparecen grupos de seibos y arbustos, alternando con pajonales de Plumerillo. En los albardones que bordean la isla en torno al río y arroyos que crecen muy alternados y sin llegar a formar una comunidad definida, pequeños arbolitos del monte blanco. En esta comunidad se encontró muy abundante el bicho quemador, y sobre la cosa se hallaron cantidad de individuos del gran caracol de agua. Debido al efecto de los esporádicos pulsos de grandes crecidas no pueden desarrollarse núcleos estables de selva marginal.

- Saucedales y alisales. En las partes más altas de los albardones orilleros o internos a la isla crecen bosquecillos irregulares de sauces criollos y como es típico del delta sauces implantados con un sotobosque variado de matorrales o pajonales. En albardones costeros arenosos y en distintas etapas de desarrollo existen bosquecitos de aliso del río.

- Comunidades disturbadas en periferia de asentamientos humanos. Como producto de actividades humanas en zonas periféricas a los asentamientos permanente de la escuela y alguna otra vivienda, y como vestigio de asentamientos pasados, se encuentran sectores de vegetación ya sea plantada (en algunos casos con fines forestales) o adventicia. Existen ejemplares de ciprés calvo, plantaciones de sauces y álamos, algunos eucaliptos y trébol de olor.

 En la isla Botija existe una importante diversidad de organismos, presentando debido a su latitud y contigüidad con el delta entrerriano, varias especies en exclusividad para el territorio provincial. Asimismo contiene poblaciones de varias especies amenazadas a nivel local, como el lobito de río, los esporádicos ciervos de los pantanos, pava de monte y otras con elevado potencial de aprovechamiento como el carpincho.

Para poder desarrollar el manejo de la isla Botija como unidad de conservación, conviene tener en cuenta que los lotes fiscales, que suman poco más de 700 has., constituirán la zona núcleo de la reserva. En los lotes de dominio privado se presenta la oportunidad de generar alternativas productivas de bajo impacto que permitan mejorar la calidad de vida de las 5 o 6 familias residentes, y dada la existencia de una escuela primaria se presenta la inmejorable posibilidad de desarrollar y extender actividades educativas con comunidades isleñas vecinas a través de los niños.

De todas maneras conviene tener en cuenta que, la isla Botija por sí misma, no alcanza a ser biológicamente lo suficientemente representativa ni presentar una extensión adecuada para conservar los ambientes, por lo que debe ser complementada con otras unidades que constituyan en conjunto un sistema de conservación de los ambientes deltaicos.

También se declara Refugio de Vida Silvestre complementaria a la reserva, a los lotes de dominio privado que allí se encuentran, que no resultan condicionantes sobre la propiedad privada y además permite generar el manejo de recursos a una escala apropiada.

Por todo lo expuesto solicito a los señores y señores senadores nos acompañen con su voto favorable en la aprobación del presente proyecto.