Fundamentos de la

Ley 11567

 

 

            La correcta atención de la salud es un derecho que el Estado debe garantizar el conjunto de la población.

            Es además indispensable si pretendemos construir una sociedad justa en un país desarrollando.

            Mientras que la Argentina tiene el tercer porcentaje en inversión de salud per-cápita en América, luego de Canadá y EE.UU. sus índices de mortalidad son más altos que los de Chile, Uruguay y Cuba.

            En Argentina mueren 20.000 niños anualmente por distintos tipos de enfermedades que en la mayoría de los casos tiene como base la mala alimentación.

            Los índices de mortalidad infantil en el país que fueron reduciéndose desde el 81% en 1944 hasta llegar a un 26,9% en 1986, han comenzado a subir, producto de la crisis económica y de la ineficiencia atención de la salud a 35% en 1992, ocupando puesto № 83 e el ranking mundial, lejos de las tasas máximas de Mozambique (297%), Malí o Sierra Leona y de las tasas mínimas de Finlandia, Suecia (7%) y Japón (6%).

            La línea de Ecuador divide el destino de los niños: al sur se encuentra la gran mayoría de los 68 países cuya tasa de mortalidad en menores de 5 años supera el 70%. En la Argentina el índice es de 35% y se eleva al 61% el número de veces que no llegan al año de vida.

            Solo dos países latinoamericanos tienen baja tasa de mortalidad en menores de 5 años: Cuba (14%, apenas tres puntos más que los EE.UU., donde el porcentaje de niños pobres creció del 14 al 225 en los últimos 30 años) y Jamaica (20%).

            La distribución del nivel de mortalidad registra en el interior del país diferencias: la capital federal mantiene desde 1988 un índice de mortalidad infantil estacionario en el 15% pero en las provincias como Formosa (57% en menores de 5 años y 46% en niños que no llegan al año), Chaco, Jujuy, Misiones y Salta son las provincias cuyos niños sufren las más altas de mortalidad.

            Lo mismo sucede en municipios del conurbano de Almirante Brown, General Sarmiento, Merlo y La Matanza, donde los porcentajes de niños desnutridos aumentó considerablemente en los últimos años debido al deterioro de ñas condiciones de vida de los bonaerenses. La Provincia de Buenos Aires tiene una tasa de mortalidad infantil en menores de 5 años que fue evolucionando de la siguiente manera: 1989: 22,7%, 1991 idem y hoy es estimada en 27,8%.

            Las principales causas de mortalidad infantil son las derivadas de la pobreza; hambre, desnutrición y ausencia de asistencia médica.

            La alimentación insuficiente en los niños tiene a veces una consecuencia inmediata: la muerte y otras, una secuela irreversible: la mayoría en el futuro no  podrán acceder a un aprendizaje normal o serán declarados deficientes mentales. La mortalidad neonatal constituye el 60% de la mortalidad infantil en el país y esta directamente vinculada a las tasas de bajo peso (2,5kg) o de muy bajo peso al nacer (1,5kg). Mientras la tasa de bajo peso neonatal es de menos del 4% en los países desarrollados, en La Matanza supera el 10%.

            Si bien la información disponible en cuanto a indicadores antropométricos del estado nutricional es fragmentaria, hay estudios que determinan que dentro del grupo de escolares, el retardo  longitudinal de crecimiento (desnutrición crónica) es la patología más frecuente, con una prevalencia promedio de 10% a nivel nacional y un 4,6 % en el Gran Buenos Aires.

            A través de diferentes estudios, todos ellos puntuales y acotados geográficamente puede inferir un patrón más o menos definido de carencias dietéticas, las que no son tan marcadas en cuanto al aporte calórico-proteico sino fundamentalmente en nutrientes específicos como el hierro-calcio y vitaminas A y C?.

            Contrariamente a lo que todavía se supone, la carencia de proteínas en la dieta es un problema marginal no significativo, mientras que las deficiencias en minerales y vitaminas afectan a un porcentaje amplio de la población infantil en los estudios presentados.

            La deficiencia dietética de hierro parece ser la causa principal de las anemias halladas, en general las encuestas realizadas en diversos lugares del país demuestran la existencia de déficit ferroso. La prevalencia de este tipo de anemia constituye un fenómeno generalizado entre la población infantil (1 de cada 2 niños argentinos entre 1 y 2 años tiene anemia).

            La principal fuente nutricia del niño, en su primera fase de vida está representada por leche, de allí la necesidad de fortificar este alimento.

            La carencia nutricional de un gran sector poblacional es una realidad que preocupa pero que no es irremediable; tiene solución si se la sabe enfrentar con responsabilidad coraje y decisión.

            Los niños desnutridos con menos de 1 año quedan lesionados en la Talla, y si en esa población no se toman medidas “quedan con un retraso en su desarrollo psicológico”.

            El hecho que desde el momento del ingreso a la escuela primaria puedan detectarse diferencias importantes de estatura, este niño de las comunidades menos favorecidas habla de una deficiencia nutricional precoz y sostenida.

            Como la lactancia materna es bastante satisfactoria en estos nucleamientos, todo hace suponer que la lesión nutricional debe originarse después del destete pero antes del ingreso al sistema educativo.

            Siempre que se efectuaron ensayos de fortificación con hierro u ácido ascórbico en la dieta de menores de 5 años, sus índices de anemia descendieron sensiblemente, de allí que resulta deseable y oportuno el desarrollo de fórmulas lácteas fortificadas con hierro.

            Por todo lo expuesto es que solicitamos a nuestros pares la aprobación del presente proyecto de ley.