Fundamentos de la Ley 14639

La presente iniciativa llega a través del Concejo Deliberante del Distrito de Adolfo Alsina, votada por unanimidad de sus miembros.

Por el año 1876, Carhué y el Lago Epecuén eran prácticamente desconocidos pues pertenecían a los dominios indígenas. En una de sus márgenes, en el marco de la ocupación del “desierto” emprendida por el presidente Nicolás Avellaneda, el 24 de abril el Tte. coronel Nicolás Levalle estableció la comandancia de la División Sud. Nueve meses después, el 21 de enero de 1877 funda un pueblo al que bautiza “Adolfo Alsina”, en honor al ministro de Guerra y Marina, ideólogo del plan de ocupación. Décadas más tarde sería impuesto el ancestral nombre de Carhué al pueblo Adolfo Alsina.

Geográficamente la laguna de Epecuén con sus aguas hipermarinas, es parte de un sistema endorreico de lagunas denominadas “Encadenadas del Oeste Bonaerense". Las mismas corren en dirección opuesta al mar, hallándose a 90m sobre el nivel del mar. Es Epecuén la última y más baja de este sistema que lo componen las lagunas Alsina, Cochicó, Del Monte, Venado y Paraguaya.

Durante muchos años el Lago Epecuén fue receptor de aguas que buscaban su natural curso en este sistema encadenado. Sumadas a los aportes de los arroyos y surgentes salitrosos, todas eran infaliblemente evaporadas, dejando minerales residuales acumulados en el fondo y generando así una extrema salina, con un contenido mineral que lo hacen único e inigualable, solamente comparable a nivel mundial con las del Mar Muerto (Israel-Jordania).

Por transmisión oral nos llega, que nuestros indígenas, además de emplearlas en su propio beneficio, la utilizaban para curar caballos heridos o con algún tipo de mal que afectaba su utilidad.

Sobre el uso que le daban los habitantes originarios el médico local Dr. Enzo Gasparri, especialista en las propiedades termales de Epecuén, comenta que sus aguas, “...generosamente iodadas, resultaban antisépticas y bactericidas. Y esto, sumado a las sales, lograban detener sus heridas y promover su granulación (forma natural de curación que suple en ocasiones a la sutura quirúrgica), permitiendo restablecer a los guerreros, para nuevas acciones”.

 La historia cuenta que las últimas palabras del agonizante cacique araucano Calfulcurá a sus hijos fue “… No entregar Carhué al Huinca…”.

En el año 1899 arriba a Carhué el Ferrocarril del Sud permitiendo la llegada de los primeros “turistas” atraídos por los comentarios elogiosos de las aguas milagrosas. Poco a poco va difundiendo a los cuatro vientos la existencia de esta laguna maravillosa.

 Pronto Carhué y la laguna Epecuén comenzaron a ser renombrados por quienes veían a la Laguna Epecuén como su única esperanza ante males como la artritis, artrosis, el reuma y las enfermedades de piel, entre otras.

Por ello, en 1909 el Ministerio de Obras Públicas de la Pcia. de Buenos Aires efectúa un profundo análisis químico de sus aguas lo que le da un respaldo científico. Para el año de 1911 tres líneas férreas tenían parada en Carhué: el FC Sud (1899), el FC. Oeste (1903) y el FC. Midland (1911).

Carhué poco a poco comenzó a crecer, hacia 1916 fue uno de los primeros poblados con alumbrado eléctrico, solo comparable con Bahía Blanca. Grandes hoteles se levantaron en los alrededores de la estación ferroviaria que disponían de colectivos para acercar a los turistas y enfermos a la orilla misma de la laguna.

Estas condiciones fueron haciendo que muchos imaginen infraestructuras en la misma costa de la laguna, para brindar confort y un mejor servicio, puesto que la laguna distaba a 5.000m de la plaza principal de Carhué.

En 1921 se inaugura en su orilla el primer balneario, el que se denominó “Balneario Termas Club Mar de Epecuén S.A.” y que dio el punta pie inicial para el loteo de terrenos en sus alrededores un año después. Las bases de la futura villa balnearia estaban colocadas. Entre esos años se construyen varios hoteles como el “Plagge” o “Las Delicias” que fueron convirtiéndose en el lugar predilecto de las clases acomodadas que buscaban en Epecuén un bálsamo.

Entre 1921 y 1930 se inauguran nuevos hoteles y el pueblo de Epecuén se ve consolidado al abrirse una escuela y levantarse una Iglesia. Varios intentos inmobiliarios con fundación de pueblos se intentan en otros sectores de la laguna, tal el caso de “Epecuén Ville” y “Villa Sauri”. Si bien no prosperaron por la inestabilidad del caudal de la laguna, sin duda demuestran el apogeo y la proyección pretendida para la laguna y sus aguas.

En 1927 se inauguraba en Epecuén el más moderno complejo hidrotermal de Sudamérica. Denominado “Balneario y Termas Minas Epecuén S.A.” contaba con un espacio para brindar hasta 600 baños termales diarios, una pileta con agua de la laguna, usina propia, un espigón de más de 100m de largo, coronado con una confitería flotante, embarratorios y casillas para duchas calientes. El complejo hidrotermal contaba además con un laboratorio de productores derivados de la laguna, como fango, sales, jabones, medicamentos, etc. La empresa Minas Epecuén, asociada al Instituto Biológico Argentino con sede en Florencio Varela, ya extraía sulfato de sodio y sal desde 1909. 

Tanto Carhué como la Villa Epecuén fueron creciendo en base al desarrollo del turismo que generaba fuertes ingresos que se sumaban al desarrollo agrícola ganadero de la zona.

Así Carhué y Epecuén se convirtieron en uno de los pocos destinos termales del país y el único en la provincia de Buenos Aires. Miles de personas asistían verano tras verano en busca de calmar dolencias que le permitieron transitar el resto del año sin dificultades. “Más vale un mes en Carhué que un año de cura” era el slogan que se repetía sin cesar. Ambos integraban en los años 20 el selecto grupo de destinos turísticos de la Argentina, junto a Mar del Plata, Río Hondo y las sierras de Córdoba.

Hacia los años 50 tanto Carhué como Epecuén contaban con alrededor de 5000 plazas hoteleras, lo que lo convertía en el principal destino termal del país, junto a Río Hondo que se complementaban, puesto que Epecuén funcionaba en verano y Río Hondo en invierno.

En 1948 el Dr. Carrillo que conocía las propiedades minerales de Epecuén expropia uno de los hoteles más grandes y lujosos de la villa balnearia y crea uno de los dos únicos hospitales hidrotermales que existieron en el país y Sudamérica. Tenía como objetivo brindar tratamientos hidrotermales a la clase trabajadora, crear una estación meteorológica para analizar los beneficios del clima marino en los tratamientos, etc. El mismo fue desafectado en 1956, luego del golpe militar de 1955.

Hacia finales de los años 60 se le da un fuerte impulso al turismo con la construcción de infraestructura apuntada al segmento joven, el que Epecuén particularmente no atraía. Una enorme pileta de agua dulce a la vera de la laguna, festivales musicales, campings bien equipados, una nueva estación ferroviaria aportaron al despegue de Carhué y Epecuén que pronto se convirtió en la estrella del sud oeste de la provincia de Buenos Aires.

Hacia los años 60 la provincia de Buenos Aires observando los perjuicios en enormes territorios de estos ciclos que afectaban los ingresos en sus arcas, decide encarar un estudio profundo del caso. Dicho estudio tenía como objetivo el manejo hídrico integral en épocas secas y épocas de inundaciones.

El estudio llevó varios años y la primera obra fue sin duda la más esperada por Carhué - Epecuén y la zona: Aportar agua a la cuenca de las encadenadas que pasaba por momentos críticos. Desde 1975 el canal que se llamó “Florentino Ameghino” comenzó a recolectar agua de otra cuenca, para insertarla en esta cuenca cerrada.

Para entonces, entre Carhué y la Villa Epecuén, gracias a una enorme inversión municipal y privada que desde 1968 se había efectuado, contaba con 6.000 plazas hoteleras, más de 100 ha de campings, 250 establecimientos entre hospedajes, pensiones, hoteles y comercios, permitiéndole recibir a 25.000 turistas por temporada. Sin duda era un complemento vital a la pobre economía agrícola-ganadera.

En ese nuevo impulso en 1969 se efectuaba el 1er Congreso Internacional de Termalismo que reunió a los científicos y especialistas termales más importantes del mundo, los que arribaron a una importante conclusión: Epecuén y sus aguas, dadas sus propiedades, debían ser declaradas de utilidad pública por el Estado.

Sin embargo en 1976 nuestro país ingresaba en una etapa oscura, que simplemente paralizó todas las obras a seguir, dejando liberado este canal, que sumado al aumento del régimen pluviométrico iniciado alrededor de 1978 comenzó a complicar el sistema. Los intentos de reclamos quedaban suprimidos por el Terrorismo de Estado y luego eclipsados por los conflictos limítrofes y la Guerra de Malvinas.

Todo esto fue lapidario para la Villa Epecuén y su gente. Climáticamente por entonces la región de la llanura bonaerense ingresa a un ciclo húmedo, en donde las lagunas no solamente crecían por el canal Ameghino sino por las abundantes lluvias. El año 1980 marcará enormes inundaciones de la gran parte de la Pcia de Buenos Aires, y para la Villa Epecuén significará el comienzo de su convivencia con una muralla de tierra de protección para evitar el anegamiento su planta urbana. Desde 1980 a 1985 este terraplén fue reforzado año tras año, dejando a la villa vulnerable y por debajo de esta muralla que tenía ya más de 4 metros de altura.

El ingreso a la Democracia en diciembre de 1983 trajo nuevos funcionarios y técnicos que sin recursos y escaso conocimiento del tema heredado, poco podrían hacer. La situación hídrica en 1985 no era la mejor, el agua inundaba gran parte de la provincia de Buenos Aires y Villa Epecuén se debatía por su vida. Entre octubre y noviembre lloverían más de lo que llovía en medio año en la zona, lo que vino a dar el golpe de gracia a Epecuén, llevando al límite la capacidad de contención del terraplén que cuidaba a la localidad.

El 10 de noviembre de 1985 en horas de la noche, un fuerte temporal de viento y lluvias comenzó a azotar a la muralla desde el sur, elevando el nivel de la laguna y sobrepasando el terraplén. Se iniciaba uno de los momentos más triste de la historia de Carhué y Epecuén.

Con la gente evacuando lo que podía salvar, para el mediodía de ese fatídico 10 de noviembre el agua ya alcanzaba el metro en algunos lugares y al cabo de una semana, algunas propiedades contaban con 2 metros en sus interiores. Ya todo estaba perdido. No todo se pudo salvar pues al no estar en temporada, muchos establecimientos estaban cerrados y sus dueños en otras ciudades.

Los habitantes de Epecuén, dedicados al turismo desde hacía 60 años debieron iniciar un triste camino desconocido, plagado de malos momentos, emigración y depresión.

Para solucionar en parte el problema de las inundaciones aguas arriba de la cuenca, en donde la ciudad cabecera Guaminí corría peligro, se decretó la expropiación de la Villa y la declaratoria de obra accesoria al sistema de manejo hídrico, con lo que se envió enormes volúmenes de agua, sepultando a Villa Epecuén con más de 8 metros de agua.

Sin embargo la crisis hídrica continuaba. Los años 90 marcaron un alto nivel de lluvias que complicaron aún más al sistema. Entre 1992 y 1995 se encaran obras hidráulicas que brindarán seguridad a Carhué de no correr la misma suerte que Villa Epecuén. A partir del año 2002 se ingresó en un período seco y el agua se ha ido retirando.

En la actualidad la cuenca ha vuelto a su sistema natural y milenario, lo que ha hecho un importante retroceso de las aguas acumuladas.

Pasada la tragedia de la inundación, la ciudad de Carhué, retomó la senda del aprovechamiento de su recurso, con la intención de recuperar aquel esplendor que la hizo conocida a nivel mundial. En 1989 se lanzó la 1ra. temporada turística desde 1985 bajo el slogan “Carhué, Vuelve” que simbolizaba el anhelo de todo una población, aún sufriente. En un marco adverso, sin infraestructura, sin hoteles ni turistas pues todo se había concentrado en Villa Epecuén, así fueron los primeros pasos de resurgimiento turístico de Carhué. 

La Provincia de Buenos Aires brindando apoyo a la actividad perdida, en 1995 erigió un fantástico balneario al que se lo denominó “La Isla” que contaba con una gran piscina ubicada a la vera de la laguna y era abastecida con agua salada para el disfrute del veraneante.

Desde entonces, Carhué viene produciendo una paulatina, pero constante recuperación turística, llegando a tener en la actualidad casi 1000 plazas hoteleras, conformadas por hotelería de alta calidad y excelentes servicios que brindan piletas termales con aguas curativas del lago, distintos servicios de fango-terapia, masajes, salas de relax, entre otros.

Desde el 2004 las ruinas de la ex Villa Epecuén han ido quedando al descubierto y hoy están protegidas por ordenanza municipal, pudiéndose recorrer sus calles, los restos de sus hoteles, comercios, campings. Se han convertido en un sitio sumamente visitado por turistas nacionales e internacionales. Su historia llegó a la BBC de Londres, a la Televisión Popular China, a Australia, CNN, etc.

Es sin duda el caso de la Villa Epecuén único en el mundo y nos demuestra constantemente que las acciones que van en contra de la naturaleza, deben ser sumamente estudiadas y analizadas.

Entre 2004 y 2014 con el objetivo de hacer conocer la oferta turística de Carhué, se efectuaron los “Epecuén Festival Rock” y “El País Canta en Carhué”, festivales pioneros en la región por la calidad y la masiva concurrencia a los mismos, que lograron su objetivo.

En 2012 se recuperó la Fiesta Provincial del Turismo Termal evento que habiendo sido lanzado en 1994 se había discontinuado. Desde entonces, la misma, marca el lanzamiento de la temporada invernal del turismo termal.

Retomando la tradición científica nacida en 1969, durante octubre de 2013 se efectuó el 1er Congreso Multidisciplinario de Turismo Termal, en donde se dieron cita encumbrados profesionales del termalismo, la hotelería y gastronomía. Se encauzaba así esta idea de darle respaldo científico y de difusión a las aguas de Epecuén.

Actualmente, se encuentra muy avanzado un futuro “complejo hidro-termal” a la vera del lago, que contará con 7 piletas de agua termal del lago, y otras con agua dulce, y una gran pileta lúdica para la temporada estival.

Carhué está enclavado en un ecosistema único en el sudoeste de la Provincia de Buenos Aires, como es el humedal de las Lagunas Encadenadas del Oeste Bonaerense. Aquí la flora única como el caldén y la fauna, en especial el flamenco austral, demandan especial atención de los círculos científicos especializados. El flamenco austral, por ejemplo tiene en la laguna de Epecuén uno de sus sitiales preferidos para su nidificación, cuestión que ha hecho que se lo declare ave protegida distrital y se esté trabajando con el OPDS en su estudio y cuidado de su medio ambiente. 

Las ruinas de la ex - Villa Epecuén, dan un marco de lujo a un sinfín de atracciones que tiene esta hermosa ciudad de Carhué, sumando a las ya mencionadas: restaurantes con platos típicos, un gran camping natural con hermosa flora y fauna, miradores, turismo rural, confiterías, lugares de recreación nocturna, gimnasios, salas de relax y masajes, salas de tratamientos cosmetológicos, una pileta para tratamientos kinesiológicos con agua del lago, fabricas de alfajores, seguridad, un gran casco histórico, orden y limpieza, calidez humana, y el empuje de su gente y la gente del distrito de Adolfo Alsina, siendo esta ciudad de Carhué, de avanzada y única en la provincia de Buenos Aires.

Es por los motivos hasta aquí expuestos, que solicito a los Sres/as. legisladores a que acompañen la presente iniciativa.