Fundamentos de la

Ley 12258

 

Vivimos, en general, indolentes frente a la muerte ajena, a la que en alguna forma u otra no se relaciona con nosotros, a la que ocurre fuera del alrededor de nuestro afecto o conocimiento, sin golpeamos en algún grado, sin imponemos cierta cuota de luto.

Leemos en un periódico cualquiera: "a las tres de la madrugada la policía encontró un muerto en una calle solitaria; un joven fue secuestrado de su lugar de trabajo por un grupo desconocido". Doblamos la hoja, y pasamos a interesamos en la lista de espectáculos.

Por qué? Porque esos muertos, esos desaparecidos anónimos, no los asociamos a la idea de vida. Porque parece que fueran una clase especial de habitantes. Encontraron un muerto o un vivo, ese joven existió o no, lo mismo da. El mundo está compuesto de muertos y vivos, de presentes y desaparecidos, unos tienen movimiento, los otros no son desconocidos. Todos hablan o están callados.

Cayó un avión y el resultado dio setenta muertos, en la provincia de Buenos Aires miles de jóvenes salieron de su hogar rumbo a sus lugares de trabajo o estudio y desaparecieron. Bueno el avión llevaba setenta muertos, la Provincia tenía algunos miles de desaparecidos. Setenta muertos se embarcaron luego de visar sus pasaportes; un grupo de desaparecidos fueron a sus trabajos.

Esto lo comenzamos a considerar muy seriamente, cuando al finalizar el "Proceso de Reorganización Nacional", eufemismo utilizado para encubrir la Dictadura Militar del 24 de marzo, al 10 de diciembre de 1983, cuyo accionar tenebroso, y despiadado, que arrojó el impresionante saldo, de miles de desaparecidos, varios miles de la provincia de Buenos Aires.

Todos, caminaban, amaban, sufrían, esperaban, trabajaban, soñaban. Tenían nombre, eran seres humanos, respiraban. Miles de jóvenes con sus caras reconocibles, con sus amigos, sus afectos, sus recuerdos, caídos en un inmenso, en un aterrador crimen de conjunto. Jóvenes desaparecidos y muertos por la industria del terror, habría que imaginar la cara de los muertos y desaparecidos, para comprender toda la fuerza con que se desató el oscuro instinto, todo el horror invertido, toda la crueldad dilapidada, para sentir todo el duelo, y la crispación.

Miles de bonaerenses desaparecidos y muertos. Miles que ya no están. Mas solo así, pensados, para entender, para medir lo que fue aquello. No eran sombras, no siempre fueron muertos o desaparecidos. Eran vivos, tenían un nombre, un rostro. Reconozcámoslos.

Construyamos una provincia que puede caminar hacia el futuro, sin sentir el peso de las cadenas que se arrastran cuando se carece de memoria.

Debemos trabajar en la construcción de una provincia que irradie hacia los cuatro puntos cardinales la solidaridad.

Hoy miles de seres sienten terror aún cuando vuelven el rostro hacia el pasado, pero afirman el alma en esta tierra y trabajan mirando el porvenir.

Todos esos seres, necesitan de nosotros; los que fuimos solidarios a la hora de la tragedia y la persecución, debemos serlo nuevamente, en esta de la construcción que se realiza con tanto esfuerzo.

Por eso nuestro requerimiento, para aquellos que se enfrentaron con la perversidad del sistema, que sufrieron todo el peso de un totalitarismo que asesinaba destruía y flagelaba en nombre de Dios, la Patria y la Banca Suiza. Soñando con la construcción de una sociedad más justa y solidaria, y ante el advenimiento del 24 de Marzo, a veintidós años de una dictadura que obcecadamente permanece sin arrepentirse, NOSOTROS dispuestos a no olvidar proponemos construir el "Parque de la Memoria" plantando un árbol por cada uno de ellos.

Árboles, que como símbolos, surjan desde la tierra, como si las raíces arrancaran desde la muerte, para subir y abrir las ramas al aire, en un desborde victorioso.

No transformamos en árboles los muertos y desaparecidos, pero sí en memoria que regresa desde el fondo de la tierra afirmando la vida.

Pedimos PAZ con MEMORIA, PAZ para los que trabajan sobre la muerte vencida, PAZ para nosotros y para aquellos que nos ayuden a levantar con lágrimas, pero con fe en el futuro UN ÁRBOL POR CADA UNO DE LOS BONAERENSES; QUE NO PUDIERON VOLVER A LA DEMOCRACIA.