Fundamentos de la Ley 12955

 

 

 

            El palacio Piria se encuentra frente a la avenida Almirante Brown en el balneario de Punta Lara, de la municipalidad de Ensenada, aunque legalmente depende del Ministerio de Acción Social de la Provincia de Buenos Aires.

            El edificio fue construido en los primeros años del presente siglo, época de esplendor económico en la Argentina, donde una clase social con gran poder adquisitivo podía darse el lujo de levantar una costosa mansión en un lugar inhóspito como lo era entonces el de esas playas.

            Dos escaleras circulares dan entrada a unos patios con columnas de mármol que embellecen la construcción, con unos hermosos interiores, rodeados de un monte de árboles muy poblado que, con el transcurso del tiempo, fue talado en gran parte.

            En un primer momento el inmueble fue adquirido por Uriburo, fallecido este, el inmueble pasa a su hija Elisa, quien al casarse posteriormente con Castex, determinó que el lugar se denominará Palacio Castex le agregó caballerizas para animales de carrera, encargándose de embellecer el lugar. Sin embargo, al tiempo, se lo vendió a Piria, quien a su turno quiso crear allí, infructuosamente, otro balneario similar a Piriápolis (Uruguay), de donde era oriundo el nuevo propietario.

            A fines de los años 30 Piria comprende que no cuenta con apoyo del gobierno para convertir a Punta Lara en una lujosa playa, por lo cual decide volverse al Uruguay, donde a los pocos años fallece.

            El 12 de marzo de 1947 los familiares de Piria donan el palacio al Estado para que, según explicaciones de entonces, los gobernadores puedan usarlo como residencia.

            Sin embargo, nada de eso ocurrió, y entre 1950 y 1960 el palacio pasó a ser una colonia de vacaciones para los chicos huérfanos de la región.

            Durante el último gobierno militar, cuando comienza a insinuarse al largo proceso de deterioro del palacio, es cedido a la municipalidad de ensenada, la que no pudo hacerse cargo de su recuperación, perdiendo así los derechos sobre el mismo, pasando a manos del por entonces Ministerio de Acción Social de la Provincia de Buenos Aires.

            Hoy en día la mansión está literalmente convertida en un depósito de escombros y basura, deteriorándose progresivamente ante la mirada pasiva del gobierno provincial.

            El historiador Garay sostiene que “pese a que la mansión pasó por muchas manos, nadie supo aprovechar su riqueza histórica y dejó que se fuera cayendo a pedazos”, añadiendo que “pensar que ese edificio en cualquier lugar del mundo podrá ser declarado patrimonio histórico y convertido en un importante museo para toda la comunidad”.

            Por todo lo expuesto, y en el convencimiento de la importancia que tiene para los ciudadanos de la Provincia, conocer, conservar, preservar y promover nuestra historia y cultura, es que se solicita la aprobación del presente proyecto de ley.