Fundamentos de la Ley 12913

 

 

 

Desde fines del siglo XIX, gran parte de las poblaciones de la provincia de Buenos Aires se fueron configurando a partir del flujo migratorio. Con la actividad agropecuaria como principal atractivo, españoles e italianos y en menor medida alemanes del Volga, daneses, franceses y belgas se asentaron especialmente en el interior de la Provincia.

Pero fue un asentamiento poblacional, en un paraje próximo a la Ensenada, gestado a partir de la instalación en 1871 de un saladero fundado por el genovés Juan Berisso, el que de alguna manera estaba destinado a constituirse en un símbolo de la integración de los inmigrantes a la tierra que adoptaron como propia, pero sin olvidar nunca sus raíces.

El desarrollo de la industria de la carne, la fundación de la ciudad de La Plata en 1882, la construcción del puerto en 1886 y el emplazamiento frigorífico Cold Storage en 1904 sobre los cimientos de los viejos saladeros, junto al desarrollo de la actividad hortícola y vinatera de las costas del Río de La Plata, convirtió a Berisso en un sinónimo de esperanza que convocó a centenares de familias de inmigrantes de diversos y variados orígenes, lenguas, culturas y religiones que se sumaban y potenciaban la inmigración tradicional, dando como resultante un auténtico crisol de razas.

Tal como lo fundamenta la historiadora Mirta Zaida Lobato en su obra «La vida en las fábricas», en 1914 de los 8.847 habitantes de Berisso, 5.243 eran extranjeros lo que significa un 60 por ciento de la población total (Zaída Lobato, edición Prometeo, 2001:61).

El crecimiento del frigorífico Swift que comprara sus instalaciones a la Cold Storage, la apertura del frigorífico Armour en 1915, la construcción de la destilería en 1924 y la apertura de la hilandería de Patent Knitting Company en 1925, consolidaron ese proceso de asentamiento de inmigrantes de los diversos rincones del viejo continente y de Asía Menor, afectados por diversos padecimientos como las guerras, el hambre, la persecución etcétera.

Basado en el sufrimiento que significaba el abandono de sus países de origen, pero también en las ansias de progreso, se fue gestando una comunidad en la que la con vivencia, la armonía, la paz y la esperanza se convirtieron en valores cotidianos.

Así es como las ansias de transmitir y expresar una cultura, manifestando su respeto y comprensión hacia otras, dieron origen a las diversas asociaciones civiles y entidades religiosas pertenecientes a las colectividades extranjeras, en la actualidad cuentan en su mayoría con más de 70 años de actividad ininterrumpida.

Aquellos inmigrantes dieron hijos, nietos y biznietos a la tierra que los cobijó y quienes son hoy los que mantienen vivas las tradiciones, continuando con idéntico afán las actividades de esas colectividades, como la danza, la música, el canto, la vestimenta, la gastronomía, las artesanías y otras expresiones artísticas y culturales que son motivadas por el entusiasmo por mantener la identidad como contribución al fortalecimiento de una sociedad pacifica, armónica y solidaria.

Entre esas asociaciones civiles, cuyas sedes y salones que fueron construidos por aquellos inmigrantes quitándole horas a su descanso, continúan siendo lugares de encuentro y cita obligada de múltiples eventos sociales y culturales, se encuentra el Hogar Arabe Argentino, la Sociedad Búlgara Ivan Vasov, la Sociedad Bielorrusa Club Vostok, la Sociedad Española, la Sociedad Helénica y Platón, la Sociedad ltaliana, la Sociedad Lituana Mindaugas, la Sociedad Lituana Nemunas, la Unión Polaca, la Asociación Ucraniana de Cultura Prosvita y la Asociación Ucraniana Renacimiento, quiénes junto a las colectividades albanesa, alemana, armenia, irlandesa y yugoslava se nuclean en la Asociación de Sociedades Extranjeras para darle continuidad a ese espíritu de intercambio y con vivencia que gestaron aquellos inmigrantes, plasmándolo año tras año en la Fiesta Provincial del Inmigrante.

Desde 1974 los encuentros de colectividades que históricamente se realizaban informalmente, adquirieron mayor dimensión dando origen a una fiesta anual, con espectáculos artísticos, elección de la reina y un desfile de clausuras con carrozas y trajes típicos que por su colorido y su diversidad ha concitado el interés no sólo de la comunidad berissense sino de una gran cantidad de visitantes de otras localidades de la provincia de Buenos Aires y del país, que brindan su aporte para que cada mes de setiembre no decaiga el espíritu de permanente homenaje a aquellos pioneros que hicieron un culto del trabajo, el esfuerzo, la amistad y la libertad.

Los antecedentes históricos del asentamiento de numerosas y variadas colectividades y la trascendencia de las actividades de las asociaciones civiles, derivaron en que en el año 1978, el gobernador de facto de la época, por decreto 438/78 declarara a Berisso Capital Provincial del Inmígrante. Esta denominación, que si bien es indiscutiblemente reconocida y aceptada, más allá de la existencia o no de un acto formal, no cuenta hasta el momento con un marco legislativo constitucional que le dé sustento.

En este marco, consideramos que un acto legislativo a partir del cual se plasme por disposición de una ley el reconocimiento a Berisso como Capital Provincial del Inmigrante es el mejor respaldo que se le puede dotar a la continuidad de la tarea cotidiana de las colectividades y a esa ya tradicional fiesta que organizan las entidades enroladas en la Asociación de Entidades Extranjeras con la colaboración de organismos municipales y provinciales cuyo objetivo es precisamente renovar el homenaje y reconocimiento a aquellos hombres y mujeres que debieron abandonar su tierra de origen adoptando la nuestra como propia, dando lo mejor de sí para ver crecer la ciudad que los albergó y les otorgó paz, trabajo y libertad.

Las razones expuestas nos llevan a solicitar la adhesión de los señores diputados para la aprobación del presente proyecto de ley.