Fundamentos de la Ley 12665

 

 

 

 

 

            Las sociedades modernas son sociedades de consumo, que crean paradigmas de belleza que la sociedad adopta de motu propio o forzadamente. Estos paradigmas de lo bello y moderno influyen de modo más directo en los jóvenes.

 

 

            Cada día que transcurre se agrava la situación, y son más las jóvenes afectadas por la bulimia y la anorexia como consecuencia de los efectos de una sociedad globalizada. Pero vemos azorados que no se lanzan campañas masivas de esclarecimiento de la población, que ayuden a combatir este fenómeno. Por el contrario, los medios masivos de comunicación difunden cada vez con mayor fuerza modelos y estereotipos que son ajenos a la contextura física de la mayoría de las personas a las que van dirigidos. Alentando el consumo de productos que, especialmente en el campo de la moda e indumentaria femenina, no encajan en la fisonomía de todos los consumidores. Induciendo así a que muchas adolescentes caigan en los referidos trastornos alimentarios.

 

 

            La anorexia nerviosa es un trastorno del comportamiento alimentario caracterizado por una pérdida significativa del peso corporal (superior al 15 por ciento), habitualmente fruto de la decisión voluntaria de adelgazar. El adelgazamiento se consigue suprimiendo o reduciendo el consumo de alimentos, especialmente los que engordan, y con cierta frecuencia mediante vómitos autoinducidos, uso indebido de laxantes, ejercicio físico desmesurado, consumo de anorexígenos y diuréticos.

 

 

            La bulimia nerviosa es un trastorno del comportamiento alimentario caracterizado por la presencia de episodios críticos en los que la persona afectada ingiere cantidades de alimento significativamente superiores a lo que es normal ingerir en circunstancias similares. Esta ingestión alimentaria se lleva a cabo experimentando paralelamente la sensación de pérdida de control sobre la misma.

 

 

            La moda y la imposición de ciertos parámetros permanentemente cambiantes tiene como vehículos excluyentes a las modelos. Estas son, por lo general, adolescentes que perpetúan su imagen a través de todos los medios de comunicación y publicidad, los cuales no las consagran como modelos de vestir sino como modelos corporales. Estos modelos corporales se convierten en símbolos que connotan una cantidad de significaciones entre las cuales se encuentran el poder, la riqueza, el dinero, la diversión, la aceptación, el éxito, etcétera. Este tipo de significados prende mucho más en aquellas adolescentes que, en tanto tales, no han desarrollado aún un sistema de autoestima maduro e inmune.

 

 

La globalización y la mediatización del mercado hizo que lo que en otros tiempos estaba reservado a ciertos sectores de la sociedad, se generalizara indiscriminadamente. Estos modelos corporales hoy son un imperativo universal hostil pero atractivo para las mentes jóvenes.

 

 

            Hoy, es modélico y deseable ser delgada, con talles muchas veces preadolescentes. La moda, dice Lowri Turner, trata de ideales. La belleza trata de exclusividad. Así pues, las modelos deben ser distintas al resto (Sanders y Balzagette, 1994, p. 19). Sin embargo, esta extremada delgadez raya lo patológico. Se sabe que entre el 20 y el 50 por ciento de las modelos sufren serios trastornos alimentarios. Así, el ideal estético constituye un atentado a la salud y conlleva e incita a una serie de comportamientos socialmente modélicos vehiculizados a través de las modelos, las actrices, etcétera. La sociedad sigue ciegamente estos mandatos, aún a costa de desesperar y, claro está, de enfermar.

 

 

            Es el mercado adolescente el más vulnerable y más buscado por las estrategias de mercadotecnia. Esto convierte a las adolescentes en los objetos más probables de afección de trastornos del comportamiento alimentario.

 

 

            Es imposible que esos vestidos de talle mínimo se adapten a las curvas naturales (no andróginas) de la mujer media. Por eso el mandato no es sólo simbólico sino material. Una joven muchas veces no encuentra un vestido de su talle ya que los diseños de los últimos años se ofrecen exclusivamente en talles varias veces menores que los de las mujeres promedio.

 

 

            A fin de evitar que se siga agravando este fenómeno, y que se vean discriminadas nuestras jóvenes es que propongo en mi proyecto de ley que los fabricantes de ropa femenina deberán confeccionar las prendas en todos los talles, de manera tal que cubran todas las medidas antropométricas de la mujer adolescente. Así como también, que los comercios que vendan ropa de mujer deberán tener en existencia todos los talles correspondientes a las referidas medidas de la mujer adolescente, de las prendas y modelos que comercialicen y ofrezcan al público.

 

 

            En virtud del problema expuesto, solicito el rápido tratamiento y aprobación del presente proyecto de ley.