Fundamentos de la Ley 11554
El Sistema de Salud
en la provincia de Buenos Aires, como en gran parte del país, afronta
diversas dificultades que afectan la accesibilidad de la población a la
atención de su salud y, por consiguiente, la respuesta a sus problemas
cotidianos; situación agravada por la crisis y la merma en la productividad
del sistema en su conjunto. Las políticas de Atención Primaria de El primer nivel de atención (unidades sanitarias, centros de salud, postas sanitarias, etc.) debe constituir la base amplia en la cual se apoye la estrategia de un adecuado plan de salud. En la actualidad, tal nivel se halla desjerarquizado y subutilizado, generando esto una creciente demanda del hospital público con la consecuente mala utilización de insumos y recursos humanos. Esta situación se ha generado en una planificación técnica centralizada basada en estadísticas globales, alejadas de las realidades y necesidades locales. La estrategia de
descentralización en el campo de la salud es precisamente una de las
propuestas más recientes que se impulsan a nivel internacional, como forma de
alcanzar una mayor eficiencia, eficacia, accesibilidad e impacto en las
acciones y servicios de la salud. En nuestro continente, La descentralización, que supone la transferencia de recursos y capacidad de decisión y control de los mismos a los niveles municipales, posee la virtud de acercar el manejo de los instrumentos del Estado nacional y/o provincial a las necesidades e intereses de la comunidad. Es por ello que no sebe plantearse el concepto de descentralización sin pensar en la participación social como elemento indispensable para plasmar la realidad esta estrategia, de modo de asegurar el rol de la legislación como protagonista decisivo. Todo este planteo
requiere una reorganización de los mecanismos y responsabilidades de la
política de salud de la provincia de Buenos Aires en lo concerniente a los
efectores de salud. La superposición de planes y jurisdicciones; la transferencia
de los efectores de atención primaria de La participación social no solamente refleja el derecho del pueblo “de participar individual y colectivamente en la planificación de su atención de salud”, como postuló hace ya una década la declaración de Alma-ata, sino que constituye una herramienta viable para que la salud se convierta en un patrimonio social.
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