Fundamentos de la Ley 13514

 

 

 

            Con profunda alegría no exenta de admiración, promovemos la aprobación del proyecto adjunto mediante el cual el Senado Provincial adhiere fervorosamente a todos los actos programados con motivo de celebrarse el 20 de agosto de 2006, el centenario del nacimiento del Dr. José María Rosa.

            Fue un historiador argentino de excepción, abogado y profesor universitario, uno de los más respetados y consultados historiadores de la corriente revisionista.

            Nacido en Buenos Aires el 20 de agosto de 2006, pertenecía a una familia tradicional cuyo bisabuelo, Vicente Rosa llegado desde España en 1828, fue Director de Aduanas durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas. Su abuelo José María, abogado de prestigio, llegó a desempeñarse como ministro de Hacienda del presidente Julio Argentino Roca.

            Dotado de múltiples atributos naturales; inteligente y sagaz, no extraña que a la temprana edad de veinte años se diplome con el título de abogado, desempeñándose en el campo de la magistratura judicial como juez de Instrucción en la provincia de Santa Fe.

            Y es precisamente ésta, su primera experiencia judicial, la que alimentará su vocación para lo que luego será una constante y brillante carrera de escritor, historiador y docente, ya que en 1933 se edita “Más allá del Código”, primer libro en el que recoge sus vivencias en la función.

            Simultáneamente comienza su militancia política en filas del partido Demócrata Progresista, al tiempo que completa sus estudios doctorándose con la tesis “Orígenes Místicos del Estado”, que es también tema de su segundo libro en 1936: “Interpretación Religiosa de la Historia”.

            Recidió en Santa Fe, donde dictaba clases en la facultad de derecho, fundando hacia 1938 junto con otros estudiosos, el “Instituto de Estudios Federalistas”. Esta pujante entidad posibilitaba a sus integrantes dictar conferencias, charlas, organizar jornadas y seminarios, estableciendo lazos de acercamiento con otras entidades similares del país y del exterior, perfilándose una vigorosa corriente literaria y de investigación que persigue la revisión de la historia y su enfoque desde una visión social.

            Hacia 1943, justo en los tiempos contemporáneos con la irrupción de corrientes nacionalistas de pensamiento y acción política, publica su primer libro de Historia Argentina: “Defensa y Pérdida de Nuestra Independencia Económica”.

            Hacia 1945 se lo encuentra incorporado con pasión a la corriente de pensamiento nacional que los acontecimientos sociales y políticos de ese año instalan, y es precisamente su militancia política la que le provoca desinteligencias con el rectorado y los centros de estudiantes de Santa Fe, la necesidad de trasladarse a Buenos Aires, y desarrollar actividades en la Universidad de La Plata y en colegios secundarios de la ciudad.

            Son años plenos de riqueza intelectual para su pluma brillante: “nos los representantes del pueblo”, “Artigas, prócer de la nacionalidad”, “la misión García ante Lord Strangford”, “El cóndor ciego. La extraña muerte de Lavalle” constituyen las obras que comienzan a conmover el pensamiento de los argentinos y que sacuden la sensibilidad de quienes hasta ese momento, adherían y promovían la historia oficial de los vencedores.

            El golpe militar de 1955 provoca que la denominada revolución libertadora lo deje cesante en sus cargos y lo encarcele en oportunidad de la detención de su amigo John W. Cooke, a quien había dado refugio en su casa. La revolución libertadora junto con sus cómplices civiles, lo acusará del delito de “rosismo”…

            Al quedar en libertad unos meses después, se involucra con mayor compromiso en la causa popular, y apoya decididamente la revolución del 9 de junio de 1956 encabezada por el General Juan José Valle. Perseguido, huye a Uruguay y de allí se traslada a España, donde su enorme prestigio le permite desarrollar una vasta actividad dictando conferencias y ejercer el periodismo.

            Publica “La caída de Rosas” y hacia fines de 1958 regresa al país, sobreviviendo modestamente de lo poco que le producen sus publicaciones, artículos y eventuales cursos de historia.

            El éxito de sus libros es incesante, y cada uno conmueve a la sociedad argentina: “El pronunciamiento de Urquiza (1960)”, “Artigas, la revolución de mayo y la unidad Hispano-Americana (1960)”, “El revisionismo responde (1964)”, “Rivadavia y el imperialismo financiero (1964)”, “La guerra del Paraguay y las montoneras Argentinas (1965)”, “Doctores, militares e ingleses en la independencia nacional (1968)”, “Historia del revisionismo (1968)”, “Rosas, nuestro contemporáneo (1979)”, “El fetiche de la Constitución (1984)”, “Análisis de la dependencia Argentina”, y sobre todo una de sus obras geniales “Historia Argentina”, representan una obra monumental al servicio del pensamiento nacional.

            Venerado en Paraguay por su acertada y realista visión de Francisco Solano López y su gesta en el país hermano es permanentemente invitado a dictar conferencias en esa nación.

            Su participación en la resistencia peronista durante los años de exilio del General Perón le permite destacarse, convirtiéndose en uno de sus referentes mas respetado y querido. El movimiento peronista adhiere con su entusiasmo a sus banderas revisionistas y las hace suya, en una simbiosis inquebrantable.

            José María Rosa, “Pepe” como cariñosamente se lo llamaba, integra la comitiva de notables que van a buscar a Perón a España en el charter del 17/11/72. Ya en la presidencia, el general Perón lo nombra embajador en Paraguay, usufructuando su prestigio en defensa de los intereses de la nación, dado que era el tiempo en que se definía la cota de la represa Corpus y la posibilidad de construír Yaciretá.

            Fallecido el General Perón, pasa a desempeñarse como embajador en Atenas, hasta el 24 de marzo de 1976, oportunidad en que se produce el golpe militar. Regresa, a Buenos Aires para asistir a la irracionalidad de los militares argentinos, que retiran sus libros de las bibliotecas, silenciando su nombre, sus opiniones y cualquier alusión sobre su persona.

            Su espíritu indomable no acepta límites. El viejo luchador no podría nunca quedarse quieto. Funda la revista “Línea” (nombre que pretendía ser abarcativo de todo el pensamiento nacional), y bajo el lema de “…la voz de los que no tienen voz…” se constituyó en la única llama que mantenía viva el pensamiento nacional, enfrentando con la fiereza de su pluma exquisita a la cobardía de la dictadura asesina.

            Tuvo que soportar el secuestro de sus ediciones, innumerables juicios en su contra y una variedad inusitada de provocaciones y amenazas destinadas a acallarlo, En cada oportunidad redobló su coraje y aumentó la apuesta. Su enorme autoridad moral y su prestigio obligó a los militarse a desistir de considerarlo un guerrillero o atentar.

            Uno de sus últimos pronunciamientos públicos estuvieron relacionados con el conflicto del Beagle, y el riesgo de involucrarse en una guerra absurda entre países hermanos. Su postura generó polémica en esos años de pasión. Hoy, en la serena reflexión de la distancia con los acontecimientos, rescatamos su sabiduría y el acierto de su posición.

            Serenamente, en compensación por su extraordinaria vida de lucha y coraje, su vida se apaga el 2 de julio de 1991. Esta personalidad excluyente partía a reunirse en el más allá con amigos de la talla de Arturo Jauretche y Leopoldo Marechal, entre otros.

            Fue una personalidad inconmensurable. Siguiendo los pasos de Saldías, abrió los ojos a varias generaciones de argentinos, mostrando la verdad de los hechos históricos y la inutilidad de las antinomias. Su pluma puso en jaque a las dictaduras militares y a los emporios económicos que esquilmaban al país, con mas fuerza que las armas convencionales.

            Su pluma fue temida por los traidores de la patria y respetada por el género humano, su talento molestó a los enemigo y cautivó a todos, su paso por la vida no ha sido en vano. Quienes le conocimos, quienes lo admiramos, promovemos este sencillo y merecido homenaje.