FUNDAMENTOS DE LA

 

LEY 14151

  

Es indudable que Ricardo Güiraldes trascendió su tierra natal para ocupar un lugar inmenso en la literatura de lengua hispana, tan inmenso que logró abrazar con su obra, a ese actor social que hoy pervive: el “gaucho” y todo su universo, por cierto nada más bonaerense.

Como representantes de los ciudadanos de nuestra Provincia no podemos dejar de reconocer a través del presente proyecto de ley, al escritor que “pinto” desde las letras la inmensidad de la pampa y sus “personajes”, sus virtudes y miserias, sus herramientas de trabajo, sus costumbres, en definitiva su “credo”; que no fue más que la realidad que desde niño percibió, cuando pasaba grandes períodos de tiempo en la estancia paterna “La Porteña”, bautizada así en alusión al nombre que tuvo la primera locomotora argentina, ubicada en los “Pagos de Areco”, actual partido de San Antonio de Areco.

Nació en Buenos Aires el día 13 de febrero de 1886, Manuel Güiraldes y Dolores Goñi fueron sus padres, Manuel y José Antonio sus hermanos. En 1887 su familia viaja a Francia donde pasa cuatro años, instalándose en Paris; ciudad donde años después, paradójicamente, comenzará a escribir los primeros diez capítulos de su obra máxima: “Don Segundo Sombra”.

Ricardo sufría de asma y en el año 1898 sus padres lo mandan a casa de su tío Adolfo Güiraldes, pasa en el mar de Quequén (ciudad de veremos) dos veranos, rodado de campos.

Por aquella época comienza sus estudios secundarios en el colegio Lacordaire, en el Instituto Vértiz, en el Instituto Libre de Segunda Enseñanza. Se recibe de bachiller (1904). Ingresa en la Facultad de Arquitectura. Disfruta en aquel tiempo de muchas y muy variadas lecturas: Darío, Lugones, Semain, Nietzsche, Spencer, Renan y toda clase de novelistas y cuentistas: Dickens, Balzac, Zola, Maupassant, Dostoievsky, France, Flaubert, etcétera; época en que conoce y frecuenta a Adelina del Carril con la que contrae matrimonio en la ciudad de Buenos Aires el día 20 de octubre de 1913.

Entre 1906 y 1090, abandona sus estudios de arquitectura e ingresa en la Facultad de Derecho; al mismo tiempo, trabaja como escribiente en la secretaría de un juzgado. También abandona la carrera de Derechos. No lo retienen los empleos que desempeña en bancos o casas de remate; al decir de Ricardo: “Los cambios de empleo se debían, en gran parte, a que llegada la primavera me entraba una especia de furor por salir al campo. Esto costaba mi trabajo y volvía a dejarme en posición de candidato cada año”, cuestión que empezaba a preocupar a su padre Don Manuel Güiraldes, por entonces intendente municipal de la ciudad de Buenos Aires.

En el ambiente literario, Leopoldo Lugones publica Lunario Sentimental, con notorias influencias del poeta franco-uruguayo Jules Laforgue, que dejará huellas en la primera poesía de Güiraldes.

En 1914 en la revista “Caras y Caretas” comienzan a aparecer algunos de sus cuentos y poemas, época en la que toma contacto con Leopoldo Lugones quien se interesa por su obra. El día 21 de septiembre del año siguiente aparecen “El Cencerro de Cristal” y “Cuentos de Muerte y de Sangre”.

La aparición de ambos libros no tuvo eco en el público y la crítica literaria, lo que le produjo una gran desazón, por ello Güiraldes desalentado, los arroja a un pozo de la estancia paterna “La Porteña”; frente a ello Adelina del Carril consigue rescatar algunos de los ejemplares. Escribe un “capricho teatral”, El reloj (inédito).

En colaboración con Alfredo González Garaño, que hace los bocetos para las decoraciones y los trajes, escribe un poema escénico titulado Caaporá (inédito), que se inspira en la leyenda del urutaú.

En 1916 hace un viaje por la costa del Pacífico, visitando Chile, Perú, las Antillas, donde toma notas para “Xaimaca” y corrige los últimos borradores de “Raucho”, que publica en 1917.

En 1918, “El cuento ilustrado”, publicación dirigida por Horario Quiroga, publica “Un Idilio de Estación” de Güiraldes, que después editará con el nombre de “Rosana”.

Durante 1921 pasa un mes en el establecimiento “Dos Talas” (partido de Dolores), donde tiene ocasión de internarse hasta la costa para ver los cangrejales que describirá en “Don Segundo Sombra” (cap. XV).

Durante esta época no viaja a Europa donde lo esperan sus amigos franceses: “El principal motivo de mi permanencia aquí es la necesidad de ponerme en contacto con las cosas que pueden servir de base a mi obra literaria” (Carta a Valery Larbaud, 8 de junio).

Recorre Tucumán, Salta y Jujuy, donde se vincula con Juan Carlos Dávalos. A Valery Larbaud le escribe: “La ciudad de Salta es de una tranquilidad increíble. En ninguna otra parte del mundo he vivido más al margen del tiempo. ¡Qué maravilla el reñidero de gallos, al que iba todos los domingos!” (Cf. “Don Segundo Sombra”, cap. XIII).

Colabora en La Nación y en Plus Ultra, escribe los “Poemas solitarios” y en tirada limitada, publica “Rosaura”.

Aparece en 1922 la revista “Proa! (1era. Época), a cuyos redactores se suma Macedonio Fernández; en 1923 publica “Xaimaca” (novela terminada en París en 1919) y aparece el tercer y último número de la revista “Proa” (1era. Época).

En 1924 Güiraldes conoce a Jorge Luis Borges y se pone en contacto con los jóvenes escritores argentinos, apareciendo en agosto nuevamente la revista “Proa” (2da. Época) dirigida por Jorge Luis Borges, Alfredo Brandán Caraffa, Pablo Rojas Paz y Ricardo Güiraldes.

En 1925 colabora también en las publicaciones “Martín Fierro” y “Valoraciones” (La Plata); en septiembre de ese año, “Proa” deja de aparecer al cumplir sus quince números, Güiraldes ya se había retirado de la dirección desde el número 12 para terminar su novela “Don Segundo Sombra”.

Concluida la misma, el día 1 de julio de 1926 el libro se terminó de imprimir en los talleres gráficos Colón, propiedad de Don Francisco Colombo ubicado en el pueblo de San Antonio de Areco, bajo el sello de la Editorial “Proa”.

Al aparecer “Don Segundo Sombra”, Leopoldo Lugones escribió (Diario La Nación, 12/10/1926): “Paisaje y hombre ilumínanse en él a grandes pinceladas de esperanza y fuerza. Qué generosidad de tierra la que engendra esa vida, qué seguridad de triunfo en la gran marcha hacia la felicidad y la belleza. Y qué éxito tan justo el del artista que ha sabido evocarlo”.

Los ejemplares de tapa anaranjado fuerte, van poblando los escaparates de Buenos Aires. Todos quieren leerlo y la edición se agota en 20 días. Ricardo feliz había alcanzado el éxito tan deseado, no para él, sino para Adelina, para sus padres y sobre todo para aquella raza de la cual se sentía heredero literario, raza a la que aún Güiraldes en el más allá sigue homenajeando.

El escritor Francisco Luis Bernárdez se refiere a Ricardo de esta manera: “Y Don Segundo Sobra fue concluido y publicado, obteniendo un éxito que colocó de golpe el nombre de nuestro amigo entre los de los mejores escritores no solo argentinos, sino también hispanoamericanos. El triunfo nos alegró como cosa propia… Porque no hubo entre nosotros quien no creyera, desde el principio de nuestra relación con Güiraldes, que su narración sería… una de las obras capitales de la literatura continental. La convicción era dictada, en parte, por una especie de obscura intuición nacida de nuestro afecto… Lo cierto que cuantos fuimos amigos de Güiraldes creímos en él mucho antes de su consagración como escritor de dimensiones continentales, y que, apoyados en esa creencia, no ocultábamos el asombro que nos producía el ver la indiferencia con que nuestro hermano mayor era tratado por la crítica en las vísperas mismas de su triunfo.”

Al año siguiente se embarca para Francia, enfermo de gravedad donde escribe las notas que aparecerán en “El Sendero” y antes de morir le otorgan el Primer Premio Nacional de Literatura por su novela “Don Segunda Sombra”.

El día 8 de octubre de 1927 lo sorprende la muerte en París, rodeado de los suyos, al decir de los presentes “… animoso y cordial ante la muerte como lo había sido siempre ante la vida y los amigos…”, y el día 15 de noviembre llegan sus restos a Buenos Aires, donde son recibidos por el presidente de la República Marcelo T. de Alvear.

Una comitiva de escritores y de paisanos del “pago” acompaña por última vez a Ricardo Güiraldes, en el trayecto final hacia el cementerio de la ciudad de San Antonio de Areco, en cuya lápida reza: “Aquí yace Ricardo Güiraldes, crucificado de calma, bajo su tierra de siempre”, expresión que sintetiza el sentir que tenía Ricardo por la pampa inmensa y sus personajes”.

A metros de su tumba será enterrado, años después, Segundo Ramírez, el personaje que inspiró la figura central de su novel “Don Segundo Sombra”.

Es por todo lo expuesto que solicito a los señores senadores acompañen con su voto positivo el presente proyecto de ley.