FUNDAMENTOS DE LA LEY 14973
La decisión de declararlo a Fernando Córdoba “Personalidad Destacada” de la provincia de Buenos Aires tiene que ver con el intento de hacer un homenaje a una persona que vivió la vida intensamente durante 63 años. A partir de esta breve premisa como fundamentación de la introducción al personaje, por primera vez realmente protagonista se deja constancia de su curriculum vitae:
63 años casado, 9 hijos. Profesión. Maestro de grado y profesor de Historia Antigua en secundaria.
Actividad académica
2016 al 1986 Maestro en los colegios Santos Padres, Instituto Educacional de San Miguel, colegio Don Jaime y colegio de la Providencia (partido de San Miguel, provincia de Buenos Aires).
2003 - 1992 Vicedirector de E.G.B. del colegio Don Jaime.
2016 al 2010 Dictó varios cursos y conferencias en la Patagonia sobre Gestión Cultural en los municipios como profesor del programa Patagónico de la UCA y del CEEP.
Actividad relaciona con el teatro
2003 - 1987 Director de Teatro Infantil en colegio Don Jaime.
2011 - 2005 Director de Teatro Juvenil colegio de la Providencia.
2007 - 2001 Director del teatro Marechal de la ciudad de San Miguel.
2015 - 1987 Autor de 15 piezas teatrales entre ellas se destacan: En señor Pascuil (1994), Los caminos de Percifield (1995), El Árbol (1997), El Escritor (1997), Sin Notas (1998), La muerte de Lord Pickman (1998), Baldomero (2001)
1994 1 premio en el certamen intercolegial de Teatro Juvenil organizado por el diario “la Nación”.
1996 2 lugar en los Torneos Juveniles Bonaerenses de Teatro Juvenil organizados por el gobierno de la provincia de Buenos Aires
1990 - 1987 Actor amateur en las obras teatrales de Chejov, Moliere y Casona.
Actividad cultura l
2015 Director de la revista Centenario del Club Regatas de Bella Vista.
2014 - 2007 Creador de 18 centros culturales barriales en San Miguel, de los cuales surgieron la primera orquesta de cuerdas integrada por chicos y jóvenes de los barrios periféricos.
2014 Director y creador de la revista educativa “Gurí” de reparto gratuito en todas las escuelas públicas y privadas de San Miguel
2014 - 2011 Subsecretario de Cultura de la municipalidad de San Miguel. 2011 - 2007 Director de Cultura de la municipalidad de San Miguel.
2012 - 2007 Creador y director de la revista “Agenda San Miguel”. Revista de interés general (60.000 números que mensualmente eran distribuidos de puerta en puerta).
2002 - Co-fundador de “El Galpón” primer centro cultural de la ciudad de Bella Vista. Actividad deportiva
1977 - 1969 Jugador amateur de rugby en el Club Regatas de Bella Vista.
Fernando Córdoba, “El Pulpo”, “El Negro” o el “Gordo” como muchos lo conocían. Fue un habitante común del conurbano bonaerense que contribuyó, con su acción y su presencia, con el bien común de la Provincia, especialmente con su pago chico, el partido de San Miguel, principalmente en las localidades de San Miguel, Muñiz y Bella Vista. Nació un 7 de mayo de 1953. Era un chico despierto, observador y pícaro; en su adolescencia potenció sus dotes de observador convirtiéndose con los años en un cuentista, “fabulador”, y agregando ya de más grande una cuota de humor a la par que incrementaba su carácter competitivo. Lector del “Tony” y del “D’artagnan”, era un enamorado del cine y de los personajes épicos, se vanagloriaba de haber visto 35 veces la película ultra premiada de Hollywood, Ben Hur.
En su adolescencia agregó su experiencia diaria la práctica del deporte, en especial, del rugby y más tarde del tenis, mediocre en el primero y muy malo en el segundo, pero su instinto de competencia lo habilitaba para que todos lo quisieran enfrentar. Ya en su juventud, producto de su personalidad extrovertida y de la escasez de jugadores, llego a ser jugador del equipo de primera de su club del corazón, Regatas de Bella Vista. Jugó pocos partidos como era de esperarse pero fueron suficientes para equiparse con cualquier jugador encumbrado del mundo rugbístico de esa época. Esos pocos partidos fueron una gesta dentro de la saga de sus personajes reales y/o ficticios, que encarnaban o de quien hablaba inmediatamente después de los hechos. “La caverna” de Platón, o el mundo de lo real o de lo ideal era una sutileza que hacía frecuentemente el “gordo” Córdoba. A cada hecho le daba una “mística” particular, sobre todo con su habla y su pluma, algo que hacía cada vez mejor hasta el final de sus días. Estas son cuestiones que más o menos podrían corresponder a cualquier otra persona común de la provincia de Buenos Aires y, a decir verdad, el señor Fernando Córdoba lo era, era hombre muy común, su aspecto exterior así lo confirmaba y su paso cansino, bamboleando su “redondeado” cuerpo, lo refrendaba en cada instante. Fue tal vez este costado tan “ordinario” que lo hizo diferente y algo mejor. Fue esa cultura llana sin aparentemente profundización filosófica que le permitió crecer como persona y referente para centenares de niños, de jóvenes y también de los grandes; era una persona simple y compleja al mismo tiempo. Tenía muy fuerte y agudo el don de la observación tanto como el de la intuición y el de una curiosa empatía. Cada uno de estos dones junto a su cultura popular, a su mediocre performance deportiva, a la permanente capacidad de improvisación y la inmunidad al ridículo lo llevaban a burlarse de sí mismo como si nada. Había inventado con esto un “deporte propio” donde siempre ganaba, y lograba de este modo cumplir con su principal objetivo que lo empujaba ese instinto competitivo de las “grandes batallas” que finalmente eran propias aunque fueran ajenas. Un ejemplo burdo pero que no podía ser contado por cualquier de sus contrincantes era lo que pasaba en el juego del tenis; sucedía cuando perdía por un doble 6 a 0 y en el último juego él lograba ganar un punto (game), ese era el “punto” de partida para llevarlo a creerse ganador e intentar imponerse al rival al final del partido. Una personalidad atractiva que no pedía ni intentaba agravar, simplemente agradaba y atrapaba a la mayoría de sus oyentes. El que lo conocía desde su infancia -sus amigos más íntimos- le reconocieron en vida su crecimiento personal, sus logros sociales, educativos, culturales y aún los deportivos (como entrenador). Fue justo ese
rol, el de entrenador de rugby, que lo llevo a un día comprender cuál era su real vocación: El trabajo con los chicos, el ser maestro. Tenía ya 30 años cuando comenzó los estudios en magisterio, la Escuela Normal Superior “Domingo Faustino Sarmiento” - ISFD №112, pero con una enorme experiencia de vida (lecturas, vivencias e imaginación) que le sirvió por sus siguientes 33 años de maestro influyendo como pocos en la vida de los “sanmiguelinos”. Sin saber los límites de sus dones tuvo el coraje y el arrojo (para algunos era inconsciencia) de emprender muchos desafíos que lo llevaron a tener una extensa habilidad en el campo de la cultura hasta llegar a ser un referente en la región noroeste del conurbano. En su mochila, el CV como se suele decir, la que lleva cada ciudadano informalmente, la tenía bien llena antes de aparecer como educador y protagonista en la sociedad. Su personalidad se moldeó en primer lugar con su familia, con la de los mayores, su padre Marcos y su madre “Beba” Córdoba, que en su juventud decidieron vivir en Muñiz y desarrollar su vida como muchos otros matrimonios jóvenes, en el conurbano, con un poco de naturaleza y aire libre y con la compañía de su hermano mayor “Palito”. Una familia como cualquier otra, común, pero que de ellos seguramente aprendió mucho también. De su padre Marcos, fundador de las juveniles del Club Regatas de Bella Vista, se contagió el trato afable y la pasión por el rugby. Fernando siguió después la pasión de conducir niños como su padre y su hermano Pablo. De su hermano “Palito” le faltó tiempo (Dios sabe cuánto) porque en junio del 1977 no lo pudo volver a ver, sufrió su ausencia en intimidad por casi 40 años. Su desaparición durante el gobierno “de facto” lo dejo como hijo “único”, solo ante sus padres, con una carga, que también guardó en su “mochila”. Su madre, como muchas madres en esa década buscando a sus hijos desaparecidos, participó de la línea fundadora de las Madres de Plaza de Mayo, aquí también Dios sabe cuánto influyó en su equilibrio y en su cosmovisión de vida, los hechos, la ausencia, las políticas de Derechos Humanos y en su entorno familiar y social, En cuanto a su niñez y adolescencia del barrio, el Club Regatas de Bella Vista y el Colegio Don Jaime, fueron el perímetro de su formación académica y espiritual. En este medio social sembró y cosechó las amistades de toda la vida, las mismas que lo acompañaron en su últimos adiós. Detrás de ellas sembró en un círculo más amplio de amistades también profundas que lo acompañaron en las distintas etapas de su vida, que en algunos casos
se diferenciaban de las otras por la sola cuestión que las primeras, las de la infancia, son las primeras. De la amistad hizo un culto y así le fue, tanto que algunos de sus dirigidos o de sus alumnos pasaron a ser amigos, amigos en serio. En medio de su decisión de abrazar la docencia se casa en 1985 con la fiel y paciente Cecilia Victory, también ella del barrio. Unas semanas antes de casarse vuelve al seno de la Iglesia Católica y se convierte y en poco tiempo se transforma en un referente militante de fe cristiana como padre, esposo y maestro y, como tal, tocó muchos corazones. Con Cecilia tuvo 9 hijos, dos de los cuales pierde siendo ellos muy niños. Su matrimonio lo introdujo a otra familia y se convirtió además de padre de familia en tío “político” muy querido por parte de los 24 que heredó y por supuesto de tío de sangre de dos de los hijos de su hermano “Palito”. Su pensamiento filosófico político ligado a la cultura occidental cristiana, antes y después de su reconversión y sus referencias históricas se centró tanto en los clásicos literarios, Cervantes, Shakespeare, Moliére, Dumas, como en los héroes históricos de la Ilíada, la Odisea o el Conde de Montecristo o incluso D’artagnan y “El Tony” y, las cosas que vivió en el ambiente social y cultural en que se desenvolvió lo ayudaron a tener equilibrio en su pensamiento con una enorme libertad interna. Un equilibrio, a veces prudente pero nada timorato, era provocador cuando discutía y tenía la facilidad de ponerse en lugar del pensamiento contrario, ya si fuere necesario o conveniente para él o simplemente encontrándole una forma de competir y “molestar”. En las cosas de las verdades profundas de su fe, no retrocedía, lo cual le granjeo varias antipatías, le divertía defenderlas, las tomaba como a sus personajes épicos, “una Bandera”. Su modo de contar las historias a sus alumnos de primaria, secundaria o en teatro le permitía ser un señor Maestro, no necesitaba de amenazas comunes d silencio, los chicos escuchaban por interés, la verdad que los “grandes” también lo hacían aunque no estuvieran en sus clases. A partir de 1985 comienza su carrera docente en el ámbito formal de la educación y no la abandonó hasta el miércoles 11 de mayo de 2016, dejando a su clase y a sus alumnos la promesa de contarles todo después de su regreso de Europa. Se había jubilado y sus hijos lo habían invitado a Europa a ver lo que siempre le gusto: la cultura occidental en España, Grecia y Roma. No pudo volver y los alumnos de 7 grado se quedarán sin sus clases magistrales, les “prometió” que volvería con una conversación con algún romano perdido en el Coliseo o con el mismo Judah de Charlton Heston, su héroe predilecto. Una reflexión póstuma podría ser que lo eligieran a Ben Hur como un héroe que había sufrido tanta
Injusticia y que había perdonado, y el “negro” Córdoba era una persona que perdonaba. Siempre decía lo mismo que en esa película de Ben Hur se veía al mejor Cristo, su adquisición se centraba es que en la película no se le veía el rostro humano, postura que defendió hasta el Cristo de la Pasión de Mel Gibson. Siempre mezclaba sus héroes con la vida cotidiana. Logró que muchos que lo escucharon amaran la historia y ese gusto occidental de hacer cosas, cosas buenas como decía él. Vivió intensamente, rodeados de conocidos, varios amigos, íntimos amigos y de su gran familia.
San Miguel extrañará al mejor director de Cultura de toda su historia, Muñiz el ruido de sus reuniones, Bella Vista lo llorará siempre: en las próximas semanas, meses, años siempre habrá alguien que contará un pedazo de historia vivida con él, serán anécdotas para algunos, risas para otros, serán años de repeticiones de los cuentos de “Fernando”, todos siendo seguramente algo protagonistas como él quería que fuese. Es que si el otro lo era, él estaba en esa historia, en ese cuento, en esa aventura. La “Caverna” de Platón donde la realidad eran las imágenes pero según Fernando la realidad. Eso era “el pulpo” Córdoba, una persona común que se transformaba en héroe, y hacía de su pagos un castillo medieval y sus vecinos valientes en protagonistas, a veces jugadores de algún deporte, otras veces defensores de la fe cristiana, en algunos casos paladines de las batallas perdidas. Eso sí: siempre preocupado de la enseñanza y que los buenos fueran buenos y los malos malos, fue así que se dedicó a escribir historias para chicos u obras teatrales para niños, diciendo que había mucha confusión en los textos postmodernos, “mejor los cuentos de antes con los héroes de siempre”. Fernando Córdoba murió un 31 de mayo del 2016 en Frejus (Francia), Forum lulii un lugar de referencia para los romanos, cerca de Cannes, a 700 km de Roma, viajando por la “Vía Aurelia” con amigos y recorriendo los hitos de la historia occidental, buscando alguna sombra de los héroes que amó. Había pasado por Lourdes llevando el agua bendita que lo acompaño hasta su lecho de muerte, quería llegar a Roma, soñaba con “sentarse” con algún personaje de sus libros y de sus clases. Será otra cosa de Dios que explicará en su momento, si hiciera falta claro, de por qué no llegó a la Ciudad Eterna, Todos en el barrio esperaban su retorno, sus cuentos otra vez, sus hijos, su madre, sus conocidos, sus amigos, sus amigos íntimos, sus alumnos, el portero y los empleados del colegio, el cura, director, el intendente, los amigos del club…, todos. Se murió en los brazos de la mujer Cecilia, su fiel y paciente compañera hasta que la muerte los separó.