Fundamentos de la Ley 13128
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Se presenta esta iniciativa ya que en el año 2000 tomó estado parlamentario un proyecto del mismo tenor y autor, el que fue caratulado como E-196/00-01, habiendo sido éste aprobado por todas las comisiones que le fueran designadas en la Honorable Cámara de Senadores. El día 24 de octubre de 2001 obtuvo media sanción. En la cámara baja también alcanzó el voto favorable de todas las comisiones asignadas, de las que salió el 3 de diciembre de 2002, quedando en la Dirección Técnica Legislativa a la espera de su aprobación en sesión, transcurso en el cual cayó por haber vencido el período legislativo. Debido al alto grado de consenso alcanzado por este proyecto y a la precisión de la información adjuntada se vuelve a presentar, teniendo en cuenta las modificaciones con que se enriqueció a lo largo de su tratamiento y se espera que se abrevien los trámites para dar una respuesta afirmativa. El edifico del Teatro Municipal fue construido en el año 1913, pero el primer proyecto para edificar un teatro en la ciudad se remonta al año 1884, aunque lamentablemente este intento fracasó. En 1889 la sociedad italiana “XX de Septiembre” construyó uno bautizado con el nombre de “Roma”, el cual fue destruido por un incendio dos años más tarde. Por entonces, el señor Carlos Pronsato construyó otro en la esquina de Soler e Yrigoyen que llevó el nombre de “Politeama Unión Bahía Blanca”. Pero el más brillante de los teatros que prestigió la escena bahiense durante los últimos años del siglo XIX y principios del siglo XX fue el llamado “Politeama D’Abreu”, más tarde “Politeama Argentino”, funcionando hasta mediados de 1908. Hacia fines de la intendencia de Jorge Moore se comenzó a dar forma a la inquietud de construcción de un coliseo municipal. Teniendo conocimiento de esta idea, el vecino Erize ofreció en venta sus terrenos ubicados entre las calles Alsina, Dorrego, Las Heras y Corrientes de Bahía Blanca. La operación fue concretada a pesar de la crítica local que consideraba la ubicación poco adecuada por estar éstos demasiado alejados del centro de la ciudad. En febrero de 1911, durante la gestión del Dr. Valentín Vergara, se aprobó el proyecto de obra. Ante la carencia de recursos para solventar la obra, se propuso la emisión de acciones lo que fue aceptado por los ciudadanos iniciándose de inmediato las suscripciones. Para evitar mayores demoras el intendente solicitó los planos a los arquitectos Jacques Dunante y Gastón Mallet, de Buenos Aires, quienes los entregaron el 3 de mayo de 1911. Para la ejecución de la obra se llamó a licitación. Las propuestas se abrieron el 14 de agosto del mismo año, resultando electa la oferta de los señores Bernasconi y Luisoni. Hacia fines de ese año se remataron los lotes sobrantes de la “Quinta Erize”, a un muy buen precio, recaudando una significativa suma para la construcción. La fachada presenta un cuerpo central de ritmo impar, con columnas de orden gigante y aventanamiento con balcones de balaustres. Sobre ellos las clásicas leyendas de Drama, Tragedia y Comedia, alusivas a las actividades que allí se realizan. Este cuerpo está flanqueado por dos volúmenes pequeños, pero macizos, que actúan como remate. Son de destacar también las dos ventanas de los cuerpos laterales, coronadas por frontis de luneto. Interiormente, luego del hall y las escaleras se pasa a la amplia sala, la cual se expresa exteriormente por la concavidad de sus paredes y la cubierta de chapa. Tiene capacidad para ochocientas cincuenta localidades, distribuidas entre plateas, palcos y paraíso, además del palco oficial. Cuenta también con seis salas de ensayo y diversos talleres. Conserva un telón a la italiana y un telón antiflama que separa el escenario de la platea. Entre sus diversos ambientes se destaca la sala ubicada en el primer piso hacia el frente, originalmente denominada “Salón Dorado”, que luego tomara el nombre de “Roberto J. Payró”. Ubicado como remate de la Avenida Alem, da fondo a una perspectiva que culmina en su elegante fachada. La construcción se ve realzada al tener su perímetro libre, encontrándose a sus lados la plaza Dorrego y la plaza Payró, cuyo plano fue ejecutado por el ingeniero Adalberto Pagano a fines de la década del veinte, quien aprovechando una donación de material propiciada por la embajada brasileña, realizó un significativo dibujo en los pisos, con la fisonomía que mantiene en la actualidad. En el año 1931 se terminaron los trabajos de adoquinamiento de las plazoletas de acuerdo con el diseño que todavía hoy impacta por su belleza y originalidad. Las mismas conforman uno de los espacios más importantes de la ciudad. Su ejecución respondió a la idea del arquitecto francés Louis Faure Dujarric, quien al trazar, en 1911, un plan de ordenamiento urbano para la ciudad de Bahía Blanca, ubicó en la todavía llamada “Quinta Erize” al Teatro rodeado por esplendorosos espacios verdes complementarios. La que se recuesta sobre la calle Dorrego recibió el nombre de “Garibaldi”, por el monumento ubicado allí desde 1928, y la de la calle Cevallos se denomina “Roberto J. Payró”, en honor al destacado periodista y escritor que viviera en la localidad. Inauguradas en 1932, a fines de 1931 estaba terminado el piso, uno de los trabajos más singulares del paseo. Resuelto mediante piedras blancas y negras en pequeños bloques, asentadas sobre una base de hormigón, conformando un dibujo continuo en todo el trazado. La conformación de la avenida como una arteria de residencias importantes, amplitud en su trazado (en otros tiempos con bulevar), la entrada principal del parque de Mayo y la construcción de la Universidad Nacional del Sur, lo caracterizaron como uno de los sitios obligados del paseo bahiense. El Teatro Municipal como remate del mismo, constituye una de las más logradas realizaciones siendo una obra que presenta un excelente emplazamiento. El primer nombre que se propuso fue el de “Estomba”, en homenaje al fundador de la ciudad, pero la prensa local se opuso proponiendo el de “Teatro Municipal”, que fue el adoptado para siempre. La inauguración se celebró con gran entusiasmo y para la gran noche se había contratado a la compañía italiana de Antonio Marranti, que interpretó la ópera “Aída” de Giusseppe Verdi. Fue el acontecimiento de mayor importancia cultural y social que se había dado hasta entonces. Las crónicas señalan que la primera velada del Municipal fue ante toda una nota de alto interés social. El empresario Accini resultó el primer arrendatario de la esplendorosa sala. Durante años el Teatro Municipal fue un foco de irradiación de cultura, pasando por su escenario figuras de la talla de Beniamino Gigli, Vittorio Gassman y Emma Gramática y los laureados bailarines Julio Bocca y Raquel Roseti. Con los años, tanto el edificio como su en torno se fueron degradando. En 1975 el teatro se clausuró en virtud del deficiente estado que presentaba ya que hacía veinticinco años que no se hacían acondicionamientos integrales. Luego, se iniciaron gestiones de restauración cuyo resultado es el formidable aspecto interior que tienen la sala y otros ambientes. En 1978 el Círculo Femenino “11 de abril” decidió tomar participación en el asunto. Se reunieron fondos entre empresarios, cámaras, instituciones privadas y públicas para encarar los diversos trabajos. Se reparó la bóveda, cuyo estado era inquietante, y siguió con el telón, remendado por las mismas señoras. Luego vinieron las butacas, las cortinas y el alfombrado de los pasillos, además de las refacciones generales como los cambios de chapas de cinc en el techo, la restauración de diversos cielorrasos, la remodelación de los camarines y baños. La tradicional “Sala Payró” se ve en su máximo esplendor luego de la reparación de los capiteles, el empapelado de las paredes, la colocación de cortinados de pana amarilla y ocre, alfombras al tono, de las cinco arañas que cuelgan del techo e iluminan el recinto, con el refuerzo de apliques laterales, todos forjados en bronce. El espacio urbano debió esperar más, sin embargo las tareas de pintura en el exterior del edificio mejoraron su aspecto general. La municipalidad también colaboró con todas esta iniciativas que devolvieron tan apreciada obra al patrimonio bahiense. Posteriormente se llevó adelante un proyecto de recuperación del edificio del teatro y alrededores, como objeto arquitectónico, a través del Plan Estratégico Bahía Blanca. Las principales tareas llevadas a cabo fueron:
- La renovación de los umbrales de acceso al teatro, que por el paso del tiempo hicieron muy difícil la tarea de recuperación.
- La construcción de una nueva escalinata de acceso, realizada en piedra “pórfido patagónico” cortada a disco en baldosas rectangulares.
- Restauración, pintura y protección anti-graffiti del muro perimetral (basamento) y del mástil.
- Monumento a Garibaldi: reconstrucción de eslabones de hierro fundido y de una pilona faltante. Se realizó la limpieza profunda a vapor de agua sobre la piedra y con control de presión en las figuras.
- Se limpiaron con hidrolavado más de 2.700 metros cuadrados de piso, correspondiente a las plazoletas. A partir de allí se puede ver con claridad los dibujos diseñados por Pagano y el tratamiento de la piedra brasileña.
- La peatonalización del pasaje Maestro Bilotti aporta mayor superficie para el uso público, a la vez que mejora la perspectiva entre el monumento y el teatro. Fue realizado también en pórfido patagónico, por ser esta una piedra de superficie muy plana (muy apta para el tránsito) y de bajo contenido de hierro. Los adoquines se colocaron bajo la forma de “abanico”, la cual necesitó de un prolijo y pausado trabajo por parte de los operarios.
Por su valor patrimonial para la ciudad el edificio del Teatro Municipal fue incluido en el inventario que figura como anexo de la ordenanza municipal que declara el Patrimonio Arquitectónico y Urbano de Bahía Blanca, la cual fue promulgada y registrada por el Poder Ejecutivo con el número 7.959, por Decreto número 375/1994. Como este conjunto ayuda a integrar a la cotidianeidad la historia remota y reciente de los bahienses y es escenario de las peripecias del presente, supone una nueva mirada donde el patrimonio aparece resignificado como factor de unidad. No se reduce a lo estrictamente monumental o arquitectónico, asume la cultura productiva que el pueblo ha ido constituyendo en las diversas etapas de su historia, su identidad en el tiempo. La Constitución Nacional en sus artículos 41 y 42 incentiva al Estado argentino a la incorporación de los monumentos históricos con la meta última de la integración en orden a la protección del patrimonio cultural. La Constitución de la Provincia de Buenos Aires en su artículo número 44 expresa que la Provincia preserva, enriquece y difunde su patrimonio cultural, histórico, arquitectónico y urbanístico, y protege sus instituciones. Desde esta noción dinámica y globalizadora que vincula a los monumentos con la historia y el paisaje, es fácil comprender el rol fundante que juega el patrimonio en el fortalecimiento de la ciudad, al permitirnos ser protagonistas de los procesos de integración. Es por lo cual que se solicita a los señores legisladores que acompañen con su voto favorable el presente proyecto.
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