Fundamentos de la

 

 

Ley 13921

 

 

 

 

 

Resumir la vida de Haroldo Conti no es tarea fácil, su prolífera obra y su grandeza humana no caben  en una biografía.

 

 

Haroldo nació el patrio de 25 de mayo de 1925 en Chacabuco, fue maestro rural y actor. En 1955 se casó con Dora Campos, madre de sus hijos Alejandra y Marcelo y en 1968 se unió a Marta Scavac, madre de su hijo Ernesto que  fue su compañera hasta el final.

 

 

Perteneció a una generación de hombres comprometidos con una realidad política y social, que con matices compartió con Rodolfo Walsh, Francisco Urondo, Juan Gelman entre otros. Hombre de mil oficios y escritor brillante: publicó entre los años 1966 y 1975 cuatro novelas, tres libros de cuentos y varios relatos en distintas publicaciones, colaborando además en la revista Crisis.

 

 

En su extensa obra literaria comenzó escribiendo teatro: Examinados (que fue seleccionada en 1955, para ser leída en el teatro Odeón). Cuatro años más tarde recibe un premio de la revista Life por su relato La causa. En 1962 gana el premio Fabril con su primera novela, Sudeste, y se convierte en una de las figuras de la llamada «generación de Contorno». Publica después las novelas Alrededor de la jaula (Premio Universidad de Veracruz, México, luego llevada al cine por Sergio Renán como Crecer de golpe) y En vida (Premio Barral, España, cuyo jurado integraban Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez) y los libros de cuentos Todos los veranos (Premio Municipal de Buenos Aires), Con otra gente y La balada del álamo carolina. En 1975 publica la novela Mascaró, que gana el Premio Casa de las Américas (Cuba).

 

 

El 5 de mayo de 1976 la intolerancia irrumpió en su vida y fue secuestrado por la brigada 601 del Batallón de Inteligencia del Ejército Argentino. Anestesiando a los niños que dormían, encapuchando a Marta Scavac, la mujer de Conti, destrozando libros, documentos y fotografías, saqueando todo lo que pudiese ser vendido y llevándose a Haroldo y a un compañero que estaba ocultándose en la casa de la Calle Fitz Roy, ésa que luego fuera vendida con un poder falso y que la familia Conti no pudo recuperar jamás. Desde entonces continúa desaparecido.

 

 

Cada año se conmemora ese día el Día del Escritor Bonaerense en honor a su memoria.

 

 

En los días anteriores al secuestro, Haroldo había colocado en su escritorio, un cartel escrito en latín que decía: "Hic meus locus pugnare est et hinc non me removebunt". Este es mi lugar de combate y de aquí no me moverán"

 

 

Hacia sus últimos años, Conti buscó su camino en una lucha política clara y definida; apoyó la Revolución Cubana, al sindicalista Agustín Tosco y los frentes legales que adherían al Partido Revolucionario de los Trabajadores en la Argentina. Quienes conocieron a Haroldo, sus compañeros en la revista Crisis; Federico Vogelius, Eduardo Galeano, Juan Gelman y Aníbal Ford, entre otros, afirmaban que estaba en las antípodas del dogmatismo. Su historia y sus libros confirmaron que su compromiso existió a lo largo de toda su vida, en los hechos más elementales y genuinos del pasar cotidiano.

 

 

Desde 1967 a 1976, Conti se desempeñó como profesor de latín en el Liceo Nacional Nro. 7 de Buenos Aires. Luego de su desaparición, durante dos años se le siguieron computando las ausencias y recién a mediados de 1979, el Ministerio de Educación, envió al establecimiento una notificación que lo declaraba cesante por "abandono de tareas".

 

 

Conti era un humanista. Y tal vez ese hecho fue lo que más tentó a los genocidas, que aquella fatídica noche de mayo, lo llevaron para luego de largas torturas, asesinarlo, asesinando así a la belleza.

 

 

Conti dijo alguna vez que si le daban a elegir entre la literatura y la gente…“me quedo con la gente…”.

 

 

Es un acto de justicia y un deber ciudadano mantener viva la memoria histórica, como herencia continuadora para las futuras generaciones.

 

 

Por todo lo expuesto solicitamos a los señores legisladores su voto favorable a fin de que sea incluida dentro del Patrimonio Cultural de la Provincia de Buenos Aires, la casa de Haroldo Conti, circunstancia que habrá de constituir un invalorable aporte para la constitución de la memoria colectiva.