FUNDAMENTOS DE LA LEY 14941

Juan Carlos Altavista fue uno de los comediantes más grandes e influyentes que tuvo nuestro país. No caben dudas, de su popularidad y su entera vigencia a más de 27 años de su muerte.

Algunos lo recuerdan como Juan y muchos otros lo asocian a aquel rostro de buenazo, enmarcado por un sombrero inclinado, el que nos traslada a un pasado plagado de recuerdos, porque en definitiva todos tuvimos la oportunidad de sentirlo como un miembro más de la familia a Minguito Tinguitela.

Porque ese era justamente el vínculo que lograba Juan Carlos Altavista cuando se ponía en la piel de aquel querido personaje, que se resiste al paso del tiempo gracias a los archivos televisivos y a ese monumento que inunda de alegría el barrio de Olivos. No por nada, alguna vez dijo: “Cuando salís a la calle sos de la gente”.

Quienes tuvieron la oportunidad de conocerlo, aseguran que su humildad, sencillez y bondad trascendieron más allá de la pantalla. Por eso Mingo o Juan Carlos, según fuera el caso, se convirtió en amigo de todos los argentinos, y no es de extrañar que cuando la gente pasa junto a su monumento lo salude con el habitual “¿Qué hacé tri tri?”, como si aquella figura de bronce encerrara en su interior al inolvidable y querido “gomía”.

Incluso, seguramente fueron las paradojas que tiene la vida lo que hizo que Altavista nos dejara para siempre un día del amigo. Aquello ocurrió el 20 de julio de 1989, a raíz de un ataque cardíaco, y después de haber sufrido durante varios años del Síndrome de Wolff-Parkinson-White, que le provocaba eventualmente taquicardias.

Fue desde aquel momento, o quizás desde la creación de Minguito, que el público comenzó a identificarse con el personaje, y hoy no es de extrañar que alguna que otra vez nos encontremos diciéndole a alguien “parecés Minguito”, cuando vemos que acumula papeles en sus bolsillos.

Juan Carlos Altavista nació el 4 de enero de 1929, y desde muy pequeño supo que su destino estaba en la actuación. De origen humilde, sus comienzos se remontan al Teatro Infantil Lavardén, teatro en el que tuvo como compañeras a Julia Sandoval y Beba Bidart. Ya encaminado en el ambiente artístico aprendió de actores como Narciso Ibáñez Menta, Francisco Petrone y Luis Sandrini. Con Raquel Álvarez, su mujer de toda la vida, tuvo tres hijos: Maribel -esposa del comediante Miguel Ángel Rodríguez-, Ana Clara y Juan Gabriel. “Mi mujer, sinceramente es lo más lindo que me pasó en la vida”, diría Altavista dos años antes de morir.

El personaje que lo hizo famosos claramente fue Minguito Tinguitela, nacido de una idea de Juan Carlos Chiappe, quien representaba a un “Ciruja”, ataviado de ropas viejas, con boina, alpargatas y el típico escarbadientes en la boca.

Altavista dio a conocer a Mingo en la radio, y tal fue el éxito que obtuvo inmediatamente que fue requerido por Gerardo Sofovich para que se incorporara a “Polémica en el bar”, y al poco tiempo también en un sketch del ciclo “Operación Ja-Já”.

No debió pasar mucho tiempo para que el público lo eligiera, y entonces Mingo necesitó un espacio propio, en el que lo acompañaban Jorge Porcel, Fidel Pintos, Javier Portales, Vicente La Russa, Mario Sánchez y Adolfo García Grau.

Al mismo tiempo, Mingo continuó irrumpiendo el éter con su participación en el programa radial “El Clan del Aire”, en el que participó durante más de una década entre los años 1976 a 1989, y por el cual fue galardonado con el Premio Argentores. La televisión, en el año 1987, tuvo uno de los ciclos más inolvidables del cómico bajo el título de “Súper Mingo”, un conjunto de sketch que lo ponía como protagonista de la pantalla de Canal 11, por el cual también fue premiado.

Su paso por el cine nos ha dejado una larga lista de más de 60 películas en las que Juan Carlos Altavista compartió la pantalla junto a importantes figuras del momento, con filmes como “Los muchachos de mi barrio”, “Minguito Tinguitela Papá”, “Brigada en acción”, “La Nona”, “¡Qué linda es mi familia!”, y entre otras la inolvidable saga de Mingo y Aníbal, junto a Juan Carlos Calabró.

Lamentablemente, Altavista falleció el 20 de julio de 1989 de un ataque cardíaco, debido a que padecía una enfermedad llamada Síndrome de Wolff-Parkinson-White, que le producía taquicardias paroxísticas (aceleración con descontrol del ritmo cardíaco). No caben dudas, que hoy más que a 27 años de su desaparición física, Altavista se mantiene en plena vigencia en el inconsciente colectivo de todos los argentinos.

Por lo expuesto, y considerando oportuno darle un lugar de privilegio a su figura tan presente y vigente, solicito a las señoras y señores diputados que me acompañen con su voto favorable en el presente proyecto de ley.