Fundamentos de la Ley 12378

 

            En el año 1870 las vías del ferrocarril Oeste seguían avanzando para entregar nuevas zonas a la producción.

            El día 27 de abril de 1877 quedaron habilitados los 51 kilómetros que median entre Chivilcoy y Bragado.

            Ese mismo día, se inaugura la estación de Bragado con la llegada del primer tren que sorprendió a la multitud reunida para recibirlo, en un ámbito cargado de alegría, satisfacción y buenos augurios.

            Lo mismo había ocurrido el 11 de setiembre de 1866 cuando “La Porteña” seguida de los dos coches que trasladaban a las más altas autoridades provinciales llegó a Chivilcoy.

            En 1890 el glorioso ferrocarril provincial pasó a manos inglesas.

            El pueblo de Mechita tiene su origen en 1904, pero en realidad no tuvo una fecha exacta de fundación, pues nació de una discrepancia entre la empresa ferroviaria y los dueños de los terrenos donde estaban los talleres de Bragado.

            No llegando a un arreglo comercial entre ambos, el doctor Manuel Quintana, destacado político argentino, ofrecióse para donar los campos de su propiedad destinados a la construcción de los talleres ferroviarios.

            Con fecha 13 de junio de 1906, son aprobados los planos para la construcción de estos talleres y de 110 viviendas para obreros, conjunto de casas que se denominaron colonias, formadas por 15 casas de 4 piezas y demás comodidades, 16 de 3 piezas y 79 de 2 piezas. También se construyó un gran galpón que fue cedido al señor Eduardo García, para almacén de ramos generales.

            Ya en 1907 tenía un gran galpón ferroviario como depósito y taller de reparaciones de locomotoras de cargas.

            Dentro del terreno que correspondía al depósito de locomotoras, se construyó un gran galpón para la reparación de coches y vagones. También dentro del taller de reparaciones de locomotoras, se construyó una pequeña usina eléctrica para dar luz y fuerza motriz al taller de reparaciones de coches y vagones.

            El año 1908 podemos decir que es el punto de partida para la formación de un núcleo de población, ya que instalados los talleres y terminada la construcción de las colonias la empresa comienza a trasladar desde distintos lugares a sus empleados de esa localidad.

            En 1910 se inauguró la estación Mechita. El origen del nombre se debe al agradecimiento de la empresa pues el doctor Quintana tenía una hija llamada Mercedes y bautizó con el de Mechita a la estación.

            Más adelante, se construyó la estación Mecha y varios kilómetros de playa para maniobras de vagones. Lleva el nombre de Mecha, en honor a de la esposa del doctor Quintana, doña Mercedes Unzué de Quintana. Comienzan así a ser adquiridos por los nuevos habitantes los terrenos de propiedad del doctor Quintana, pertenecientes a su estancia “Los Manantiales”, fraccionados en lotes. En los alrededores de la colonia se comenzaron a edificar las primeras casas particulares.

            El pueblo de Mechita estuvo desde un principio integrado casi exclusivamente por artesanos, en su mayoría inmigrantes de la vieja Europa. La corriente inmigratoria de ese entonces estaba constituida fundamentalmente por personas que buscaban en esta bendita América la oportunidad de trabajo y paz que se le negaban en sus lugares de origen.

            Traían costumbres y tradiciones que luego supieron desarrollar en sus nuevos lugares de trabajo, con un común empresario: el ferrocarril, y un pequeño lugar para querer: MECHITA.

            El heterogéneo conjunto fue armonizando sus inquietudes y sus tradiciones, dando lugar así a las más pintorescas anécdotas. El vivaz andaluz, el chicharachero gallego, el adusto alemán, el dulce dinamarqués, el ermitaño hindú, el alegre italiano… Todos alternando con el flemático inglés y confundidos en fraternal relación humana.

            Su calidad en cierto modo de nómades –características del empleado ferroviario- y el hecho de que arribaran constantemente trenes cargueros atestados de pasajeros clandestinos que buscaban ganarse el pan en las épocas de las grandes cosechas, hizo que la vida del pueblo se viera matizada por la constante renovación de elementos humanos.