Fundamentos de la Ley 12715

 

 

            César Milstein nació el 8 de octubre de 1927 en Bahía Blanca, fue el segundo de tres hijos varones de un matrimonio judío afincado en la ciudad sureña. Su padre, Lázaro Milstein, llegó en 1913 desde Rusia, y fue a trabajar a una colonia campesina, cerca de Bahía Blanca. Con grandes sacrificios, don Lázaro logró dedicarse al empleo de viajante y se casó con una educadora, asentando su domicilio legal en la misma escuela donde trabajaba su mujer. Allí, el pequeño César empezó a cursar su primer grado. Según relata el padre, era un niño débil e inapetente, muy travieso y dedicado a los juegos, poco aplicado pero inteligente en el aprendizaje.

            Una vez que finalizó el ciclo secundario, el adolescente Milstein ingresó a la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de Buenos Aires y, como era pobre, para costear sus estudios y su vida solitaria, se dedicó a vender artículos escolares a sus compañeros. En la facultad militó en los grupos reformistas y participó en las luchas estudiantiles que defendieron la democracia antes del 1955.

            Finalmente, César Milstein se doctoró en Química en 1957 y realizó su tesis con el eminente profesor Andrés Stopani, maestro de numerosas generaciones de investigadores y actual académico de Medicina. Luego, en 1958, viajó con una beca del Consejo Británico a Cambridge y trabajó durante tres años en el Departamento de Bioquímica del Consejo de Investigaciones Médicas. A esta altura de su vida, ya había madurado su vocación de investigador en el campo de la biología molecular (y sus conocimientos sobre el intrincado mecanismo de la inmunología humana) y acrecentaba, a través de artículos originales, su prestigio universitario en Gran Bretaña.

            Entonces se produce un hecho significativo en la vida de Milstein: a pesar de sus logros académicos, que prometían una carrera ascendente, decide regresar a su patria para incorporarse a un programa científico en el país. Corría 1961 y, al volver, encontró el ámbito propicio para trabajar en el Instituto Nacional de Microbiología Carlos Malbrán, que había surgido de las cenizas gracias a la actividad de numerosos investigadores jóvenes, durante la dirección del doctor Ignacio Pirosky. Tras muchos años de decadencia, el instituto Malbrán comenzaba nuevamente a distinguirse por la creación de importantes centros propios, como el de Genética y el de Biología Molecular, que Milstein pasó a dirigir. Fue una etapa magnífica de creatividad y aportes básicos trascendentes. Pero fue una etapa breve: mediante el Decreto 4.721, fechado en abril de 1963, el gobierno del presidente Guido, a través de su ministro de Salud, intervino el instituto Malbrán, dejando cesante a su director y a una multitud de investigadores y procesando ante la Justicia a varios técnicos y científicos. Se cerraron los centros de alto nivel y se produjo la inmediata dispersión de sus profesionales, entre ellos, Milstein, que asistió a la desvalorización de sus esfuerzos y sufrió la frustración de sus muchos proyectos por nacer..." (1).

            "... Fue así que Milstein debió volver a elegir, pero ahora entre la vida y el destierro. No tuvo opción: desanimado y con sus modestas pertenencias regresó a Inglaterra para trabajar en el laboratorio de la Universidad de Cambridge. Tiempo después, un juzgado anuló la cesantía de Pirosky, pero los científicos ya se habían dispersado y los laboratorios estaban destruidos. Era tarde. Un país de desterrados -como decía Alberdi- en el que cíclicamente se destruyen las instituciones pero solo si funcionan bien.

            ¿Cuánto dinero hubiera aportado a la Argentina el descubrimiento de los anticuerpos monoclonales que Milstein consiguió en Inglaterra? Al respecto, debe recordarse también que Milstein no patentó su invento ni calculó el rédito personal que podría derivarle. Todo siguió igual para él: continuó su prestigiosa carrera en Inglaterra hasta que en 1983 fue nombrado jefe de la División Química del Laboratorio de Biología Molecular de Cambridge. Desde entonces, numerosas sociedades científicas de Europa, Canadá y Estados Unidos lo incorporaron como miembro honorario y, en 1984, recibió por fin -junto a su colega alemán Koehler y a su discípulo británico Jerne- el premio Nobel de Medicina por una de las más importantes metodologías de la biomedicina conseguidas en la década del '70..." (2).

            "... Su descubrimiento consiste en la producción de anticuerpos o proteínas que tienen la posibilidad de atacar sustancias invasoras en el paciente para dirigirse específicamente a un tipo de células. La producción de estos anticuerpos se lleva a cabo fuera del organismo, creando células híbridas de laboratorio producidas por la fusión de glóbulos blancos humanos con células tumorales de animales, combinando así la inmortalidad de las células cancerosas con las sustancias moleculares del sistema de defensa. Estos anticuerpos monoclonales sirven para detectar metástasis, para tratar muy efectivamente algunos tipos de leucemia y para reconocer a los antígenos invasores que, una vez identificados, pueden ser destruidos con precisión. Así se logra matar a una determinada población de células y, en el caso del cáncer, atacar específicamente el tumor sin dañar los tejidos sanos. El descubrimiento de Milstein es fundamental: permite la producción de estos anticuerpos fuera del organismo y a gran escala..." (3).

            "... Milstein considera que la investigación científica no es un camino individual, sino el producto de escuelas e ideas".

            Sus últimos trabajos han estado orientados hacia el control genético del sistema inmunitario celular, dentro del Medical Research Council de la Universidad de Cambridge (Gran Bretaña)" (4).

            Por todo lo expuesto, por todo lo que aportó y aportará a la humanidad el doctor César Milstein, es que pido a aprobación presente proyecto.

 

(1)   Revista "Clarín", "Los 10 argentinos del siglo XX", año 1999.

(2)   Idem.

(3)   Idem.

(4)   Ceres Televisión, ciencia, Internet y Nuevas Tecnología, 14 de mayo de 1997.