Fundamentos de la Ley 12959
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El proyecto de ley que se pone a consideración de este Honorable Cuerpo está relacionado con la historia de una familia platense diezmada por las fuerzas de la represión durante la dictadura militar. Nos referimos a la familia Bettini-Francese, que se erige en un caso paradigmático de la sangrienta represión a la que fue sometida nuestra sociedad por aquellos usurpadores de la soberanía popular. Se conocen numerosos datos de este caso por las incansables gestiones de su familia, y también merced a la encomiable labor que desarrolla la Cámara Federal de La Plata, a través de la instrumentación del Juicio por la Verdad, que intenta determinar el destino de los miles de bonaerenses secuestrados en los años del Proceso. El primer hecho trágico de esta penosa cadena que envuelve a la familia Bettini se produjo el 9 de noviembre de 1976, cuando Marcelo Bettini, estudiante de Derecho y militante juvenil peronista de 21 años, hijo del entonces fiscal Federal Antonio Bautista Bettini, desapareció sin dejar rastro alguno. Inmediatamente, su padre comenzó una búsqueda en la que recurrió a todos los contactos que le habían aportado sus más de 40 años en la Justicia. Así fue que tomó contacto con el ex-jefe de la delegación La Plata de la Policía Federal, Juan Pouchelou, quien le sugirió que fuese a la morgue de la ex jefatura de la Policía de la Provincia. Acompañado por su yerno, teniente de fragata Jorge Devoto, tuvo ocasión de ver, horrorizado, numerosos cadáveres NN. Enorme fue su sorpresa cuando percibió que los cuerpos llevaban atados a los pies un cartel que indicaba una fecha posterior a la de ese día. Le explicaron que esa identificación marcaba el momento en que el cadáver tenia que aparecer -en los registros- como muerto en enfrentamientos con fuerzas de seguridad. Mientras tanto el teniente de fragata Devoto, cuñado de Marcelo, era informado por el entonces Teniente Eduardo Llorens, de la Infantería de Marina, que Marcelo había sido muerto en un enfrentamiento y enterrado como NN aunque en el momento de su deceso portaba su propio documento. Recién una semana después, por informes provistos por el mencionado Pouchelou, la familia Bettini pudo dar con el acribillado cuerpo de Marcelo en el cementerio de La Plata. La hermana del joven desaparecido, Marta Bettini de Devoto, relató ante la Cámara Federal de La Plata la existencia de "una fosa común, donde había cuerpos en cajón y otros sólo con un número. Antes de encontrar a mi hermano, los poceros destaparon cinco pozos". Ya ubicado y sepultado el cuerpo de Marcelo en la bóveda familiar del cementerio de La Plata, el Dr. Bettini siguió golpeando puertas en despachos oficiales y eclesiásticos para conocer las últimas horas de su hijo. Apenas pasados tres meses, el 17 de marzo de 1977 fue allanada una cochera propiedad de los Bettini, en 50 esquina 4, en donde fue secuestrado el chofer de la familia, Alfredo Temperoni y su yerno Rubén Contardi (aún desaparecido), siendo robados asimismo varios de los vehículos que allí se encontraban. El 18 de marzo, en su búsqueda de respuestas al allanamiento, robo y la desaparición de sus dos empleados, Bettini se dirigió a la delegación de la Policía Federal La Plata junto con su yerno -el mencionado teniente de fragata Devoto-, de la que fue derivado a la Comisaría 1ra. y de allí a la Brigada de Investigaciones de La Plata de 12 y 60. Cuando estaba llegando allí, y pese a la cercanía de esa dependencia, ambos fueron secuestrados. Seguidamente fueron llevados hasta el bosque, en donde abandonaron al marino llevándose a Bettini encapuchado. A las pocas horas del secuestro se produjo un nuevo allanamiento y saqueo, esta vez en el domicilio de Devoto en 53 Nro. 638, de La Plata, el que se encontraba vacío. También por esas horas fuerzas del ejercito tomaron por asalto la quinta de los Bettini "Los Aromos", situada cerca del cruce entre el distribuidor de Etcheverry y Ruta 2 en donde por testimonio del encargado, registrado en el film documental alemán "Todo es ausencia", fueron saqueadas todas las pertenencias, fusiladas 4 personas llevadas allí en vehículos militares y posteriormente destruida la propiedad con armas pesadas. Ante tal panorama, fue el marino quien intentó encontrar una respuesta al secuestro del fiscal y los dos empleados y a los allanamientos y saqueos. Así fue que consiguió a instancias de su primo, el entonces Capitán de Corbeta Marcos Lovato, una audiencia en el Servicio de Inteligencia Naval, en el Edificio Libertad. Hasta ese lugar fue el 21 de marzo, pero jamás salió de la sede de la Armada. Una vez más la represión se hacia sentir sobre esta familia. El capellán de la Escuela Naval de Río Santiago, Carlos Wagenfhurer y el arzobispo de La Plata, monseñor Antonio Plaza, informaron a su familia hacia 1978 que Devoto permanecía con vida en jurisdicción naval. También hubo una referencia de parte del entonces jefe del Circulo Naval, quien reconoció la situación de detenido de Devoto. Por último Devoto aparece en la declaración del ex capitán Adolfo Scilingo, quien denunció los "vuelos de la muerte", que la Armada ordenaba para arrojar inconscientes a los desaparecidos al Río de la Plata. "Pero a Devoto lo tiraron despierto, por traidor", había declarado Scilingo al magistrado español Baltazar Garzón. El chofer Temperoni fue liberado y pocos días después vuelto a detener junto con su hija Cristina, quienes estuvieron alojados por dos días en la delegación La Plata de la Policía Federal. Cuando fueron liberados les dijeron que "se olvidaran de Contardi”, el marido de Cristina que aún hoy en día permanece desaparecido. De Antonio Bettini se supo que había estado detenido en el centro clandestino "La Cacha" por testimonios de ex-desaparecidos (Patricia Pérez Catán, el Dr. Falcone y su esposa Nelva) y por el suboficial del ejercito Orestes Estanislao Vaello quien lo declaró ante la Conadep en 1984. Este caso ha sido denunciado como un paradigma del encubrimiento y de la relación de la jerarquía eclesiástica con los militares, en tanto Marta del Carmen Francese, esposa del fiscal Bettini, llegó a hablar con autoridades policiales, eclesiásticas como el obispo Antonio Plaza, el nuncio Pio Laghi, y también con el Dr. Ricardo Levene, rector de la Universidad del Salvador, donde Bettini se desempeñaba como docente. Tampoco bastaron los reclamos que llegaron hasta los reyes de España y a dos papas: Paulo VI y Juan Pablo I, así como Pedro Arrupe, el superior de la Orden de los Jesuitas. Ante los evidentes peligros que se cernían sobre esta familia, Marta, sus hijos y sus dos nietas (de uno y tres años) partieron al exilio rumbo a España en 1977, motivo por el cual las gestiones por los familiares desaparecidos en la Argentina quedaron a cargo de María Mercedes Hourquebie de Francese (77), la suegra de Bettini. AI poco tiempo, nuevamente el atropello genocida se hacía sentir, la anciana corría la misma suerte que el resto de su familia: el 3 de noviembre de 1977 fue allanada su casa e inmediatamente secuestrada en presencia de su mucama y su chofer, el ya mencionado Temperoni. Por testimonios de ex -detenidos, se supo que había en "La Cacha" una persona muy mayor, a quien le decían "la abuela", la que se tiene la certeza que se trataba de la Sra. Hourquebie. Es importante recordar que el tristemente célebre comisario Etchecolatz fue nombrado por testimonios en diversas audiencias como responsable de la desaparición de Mercedes Houerquebie de Francese y del fiscal Antonio Bettini. También hubo inequívocos testimonios de que tanto el Cnel. Camps como el Cnel. Arias Duval tenían estrecho conocimiento de la situación de la Sra. Hourquebie. María Mercedes Hourquebie pertenecía a una tradicional y adinerada familia platense, había nacido en Uruguay y se domiciliaba en la calle 53 Nro. 653, esquina 8 de La Plata. Desde allí fue arrancada el mediodía del 3 de noviembre de 1977 y aún hoy vecinos de esa casa recuerdan cómo las fuerzas represivas, actuando con total impunidad, cometían un nuevo crimen contra la población civil indefensa, no sólo secuestrando a la Sra. sino saqueando su domicilio de todos los objetos de valor, así como documentación de propiedades y títulos que la misma poseía. En febrero de 1987, un grupo de peritos oficiales compuestos por Alejandro Inchaurregui, Morris V. Tidball Binz, Mercedes C. Doretti y Luis B. Fondebrider, procedía a la identificación de los restos "de quien en vida fuera Maria Mercedes Hourquebie de Francese". La encontraron en una fosa común del Cementerio de Avellaneda junto con los despojos de otros 200 seres humanos. En el mes de agosto de 1988, Carlos Bettini Francese, uno de sus nietos, procedió a trasladar los restos de su abuela del Cementerio de Avellaneda a la bóveda familiar de la ciudad de La Plata. Creemos, que resulta importante mencionar un hecho muy singular producido días antes del secuestro de la Sra. Hourquebie. Por aquellos días, las necesidades económicas de la parte de la familia que se hallaba exiliada en España, decidió a la Sra. Hourquebie a vender una de sus propiedades, para lo que requirió el consentimiento de sus otras dos hijas. Enorme fue la sorpresa, cuando a instancias de su yerno, el entonces presidente del Banco Platense, Armando Antonucci, se le negó la firma aduciendo éste que ese dinero iba a terminar siendo un "aporte de fondos a la subversión". Inmediatamente se produce entonces el secuestro de la Sra. Hourquebie y el allanamiento del estudio de abogados que asistía a la misma, en búsqueda del Dr. Ángel M. Miretta Mendizábal; como el mismo no fue hallado, fue secuestrado otro de los socios del estudio, quien fue torturado en sucesivos interrogatorios sobre los bienes de la Sra. Hourquebie y las "denuncias de Antonucci". El mismo Antonucci admitió que la Sra. había sido detenida por su “responsabilidad en hechos delictivos". Además a instancias del mismo y su esposa, Hilda Francese de Antonucci, fue violada la Caja de Seguridad que la Sra. Hourquebie poseía en el Banco Río de 8 esq. 50. También el cnel. Camps manifestó a un funcionario que se interesó por el caso que la Sra. estaba detenida por denuncia de un familiar. Esta sucesión de arbitrariedades culmina inmediatamente después de sancionada la reforma al Código Civil de 1981 en la que se asimila la figura de ausencia con la de presunción de fallecimiento. Nuevamente el Sr. Antonucci toma carta activa: se hace cargo de la administración de los bienes de la Sra. Hourquebie ante la declaración de presunción de fallecimiento de la misma. Fue de tal manera que los numerosos bienes de la anciana secuestrada fueron dispensados de manera espuria. Quiso el destino que la reciente decisión del gobernador Felipe Solá de jerarquizar las políticas de Derechos Humanos en la Provincia concluyera con la conformación de una Secretaría de Estado, para cuya sede se le adjudicara precisamente la casa de la calle 53 Nro. 653, la casa que perteneciera a la Sra. Hourquebie y que actualmente el Estado provincial alquila a la “Asociación Cultural Bonaerense”. El destino de que la sede de la máxima autoridad en Derechos Humanos en la pcia. de Buenos Aires fuese a recaer en esa histórica casa, ha potenciado la idea de efectuar un homenaje permanente a la familia Bettini-Francese y a través de ellos a todos aquellos que han perdido su vida o han sufrido padecimientos similares a los aquí relatados, debido a la intolerancia y al salvajismo de un autoritarismo sin precedentes, que la comunidad argentina toda, repudia enérgicamente ratificando la sólida convicción de vivir en un país en el que nunca más vuelva a ocurrir hechos de esta naturaleza. ¿Qué mejor sitio para la Secretaria de Derechos Humanos que la casa de una de las víctimas paradigmáticas de la violación a los derechos más elementales? Sin ninguna duda el mejor sitio para la permanente recordación de las víctimas de la represión, el que hoy es sede de la Secretaria de Derechos Humanos, amerita de este cuerpo la declaración de Monumento Histórico provincial definitivamente incorporado al patrimonio cultural. Por los motivos expuesto, solicitamos a los señores senadores que acompañen la presente iniciativa con su voto favorable.
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