Fundamentos de la

 

Ley 13914

 

 

 

El Reino de la Amistad constituyó una iniciativa encarada por un grupo de vecinos de la ciudad de Chascomús, motorizada esencialmente por un fuerte sentimiento de amistad y una sana y destacable búsqueda de diversión y encuentro social, en la que se dio cabida al conjunto de la comunidad.

El 20 de noviembre de 1946, en los salones del “Bar National” surgió para este grupo de amigos la idea de crear el DÍA DE LA AMISTAD. A partir de allí, con el ingenio y la creatividad de este grupo de hombres nació en Chascomús EL REINO DE LA AMISTAD.

El 19 de Octubre de 1947 fue redactada la Constitución, estableciéndose como forma de gobierno el "Reino Constitucional". Las autoridades serían: Su Majestad el Rey de Copas Manuel I, y un Consejo Real compuesto por 14 ministerios.

La Fiesta Real se realizaría el tercer domingo de octubre de cada año, en el que se celebraba el DÍA DE LA AMISTAD.

El Reino contó con Banda Real. Se organizaban Veladas de Gala, bailes en el Castillo. Hasta corridas de toros (sin sacrificio de ningún animal).

En 1952 por razones particulares de los miembros, el Reino se disolvió. Aun se conserva parte del Castillo, y el recuerdo de aquellos hombres reunidos sobre todo, en torno a un fuerte y profundo sentimiento de amistad.

En todo momento la comunidad de Chascomús, mantuvo y mantiene un grato recuerdo de aquellas festivas jornadas de desfiles, ceremonias reales y por supuesto, periódicas y masivas reuniones gastronómicas.

Tan fuerte y entusiasta fue la vida del Reino que para hacer completa la parodia, decidieron y lograron levantar con su propio esfuerzo, la sede de aquel pequeño y simpático reino.

Si bien su origen se produjo en un bar de la ciudad, merced a numerosas donaciones se pudo concretar la construcción de su sede, EL CASTILLO, a orillas de la laguna.

Fue así que se construyó, en un estilo ecléctico pero inconfundiblemente evocativo de los castillos medievales, en terrenos frentistas a la conocida laguna, el que desde entonces, durante su esplendor, y luego del inevitable proceso de deterioro, es conocido como el Castillo de la Amistad. El Castillo de la Laguna de Chascomús.

Incluso la emisión de programas especiales en la televisión abierta y por cable, contribuyó a la difusión masiva y a despertar la curiosidad de turistas y ocasionales visitantes. En la actualidad el sitio constituye una parada obligada para muchos de ellos, quienes retratan en fotos lo poco que queda del histórico edificio.

Luego de la disolución del “Reino”, el inmueble pasó a manos de una entidad, que poco y nada hizo por su mantenimiento. A pesar de ello, en todo momento existió la esperanza y el deseo de la comunidad por ver resurgir de alguna forma el espíritu de aquellos pioneros, o cuanto menos de recuperar y poner en valor el edificio en homenaje a los mismos y para ofrecer un atractivo más a la oferta turística y recreativa de la ciudad.

El primer paso en ese sentido se produce cuando esta Honorable Legislatura aprueba la Ley № 12.416 que habilitaba el proceso expropiatorio del inmueble, por parte de la provincia de Buenos Aires, cuyo articulo 2 establece: “Facúltese al Poder Ejecutivo a transferir a la Municipalidad de Chascomús el inmueble expropiado con cargo de afectar su destino, previa restauración, puesta en valor y conservación, para fines culturales y turísticos, con difusión de su acervo y patrimonio histórico”.

 

 

No obstante la norma referida, y que el trámite expropiatorio fue efectivizado, es a partir de una reciente y feliz iniciativa, que la restauración del viejo “Reino de la Amistad”, esa locura genial que imaginaron los pioneros allá por la mitad de la década del 40, cobró especial impulso merced a la iniciativa de vecinos, nostálgicos y “herederos” de aquella “epopeya”, durante los últimos meses del 2006.

 

 

Así lo refleja un entusiasta protagonista, en alguna de las crónicas que evidencian con claridad el enorme sentimiento de regocijo y esperanza, producto de esta nueva “movida” de la comunidad por resurgir aquella fantasía:

 

 

“El sábado 28 de octubre de ese año, Chascomús se dio un baño de nostalgia.

El saludo de propios y extraños a lo largo del paseo que el por entonces príncipe y sus cortesanos hicieron por la Costanera en lujosos carruajes antiguos de propiedad de la Asociación de Amigos del Carruaje y el Caballo y la multitud que rodeó el palco instalado en la Esquina de la Amistad, (Soler y Libres del Sur), nos transportó a todos a un tiempo ido, aquel en el que la palabra valía más que la firma y la amistad era inmensamente más fuerte que el egoísmo.

Así fue que por un rato, la calle dejó de lado arrebatos y violencia, motos desbocadas y autos desenfrenados para pasar a ser escenario de la risa franca, el desparpajo y el espíritu de la sana vecindad.

 

 

Como respondiendo a una consigna militante, público y pseudo actores unieron su entusiasmo, su alegría y su mejor ánimo para decir y decirnos que, a pesar de todo, siempre hay un mínimo espacio para  la amistad, la nostalgia y la sana diversión.

 

 

Los ojos desorbitados de los turistas, igual que los de los jóvenes que en su mayoría recién esa tarde se estaban enterando que 60 años antes algo de esto había pasado, son el mejor testimonio del sentido profundo de la fiesta.

Puede parecer poco, bombardeados como estamos por las urgencias, los dramas y las tensiones de todos los días.

 

 

Más de una vez hemos tenido que extremar los esfuerzos dialécticos para contarle a algún amigo foráneo que Chascomús tuvo un Rey, “Manuel I, Rey de Copas”, con castillo y plaza de toros, en la que se celebraron tres corridas a la usanza de las tenidas madrileñas o sevillanas.

 

 

Es que no es fácil comprender que alguien pudiera imaginar una forma de diversión que marcó a fuego la identidad chascomunense.

 

 

Con esa fluidez del sin sentido que más de una vez construye sueños y nostalgias, salió la idea de recrear la vieja patriada del “Reino de la Amistad”.

 

 

Un toque de magia hizo que todos, absolutamente todos, se sintieran parte de la fiesta, dejando para otro día las urgencias, las preocupaciones y las carencias.

 

 

Ese fue, sin dudas, el mejor aporte de la resurrección del Reino.

 

 

La AMISTAD demostró que puede más que lo que uno cree.

 

 

Desde el día de la fiesta, empezaron a iluminarse ojos mirando para el lado del castillo, del que algo queda, imaginando que no es una locura pensarlo otra vez entero.

Otros ya están dando vuelo a su fantasía dibujando la escena de  la nueva convocatoria.

 

 

Algunos los habrá soñando con las ventanas de la imaginación abiertas al infinito.

 

 

Esa es la riqueza del “Reino de la Amistad”, que como los mejores vinos, mostró que sesenta años no son nada, y que la pared es indestructible si se la levanta con la Amistad como cemento y cada uno de nosotros somos los ladrillos, listos al apretón de manos y el abrazo sincero y fraterno.

 

 

¡Y que viva el Rey!

 

 

 

 

 

Héctor Ricardo Olivera

 

 

        ex diputado provincial (UCR)

 

 

    1987-1991

 

 

Por todo lo expuesto, por la esencia de la iniciativa, por el mensaje implícito y explícito contenido en la misma, solicito el acompañamiento de mis pares al presente  proyecto.