FUNDAMENTOS DE LA LEY 14910
A partir del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 se instauró en el país una dictadura que implantó el “terror más profundo que ha conocido la sociedad argentina” como dijera Rodolfo Walsh en su Carta Abierta de un escritor a la Junta Militar poco antes de su asesinato y desaparición, a los fines de imponer un modelo de acumulación con lo financiero en el centro, de apertura económica, disminuyendo el Estado social, avanzando hacia la concentración económica.
El golpe se instauró mediante la violencia estatal y paraestatal, y fue la instancia más reciente de un proceso de alternancia de dictaduras militares y democracias restringidas durante el siglo XX, donde las FF.AA. fueron actores de poder clave (golpe del año 1930-1932, el del año 1943-1946, la “Revolución Libertadora” del año 1955-1958, luego el de los años1962-1963 y 1966-1973).
El régimen militar que toma el poder en 1976 fue la expresión más álgida en ese proceso histórico al cristalizar un verdadero genocidio. El objetivo fue instaurar el modelo de país mencionado, para lo cual se hacía necesario eliminar al activismo social, desmantelar la organización popular, disciplinar a la sociedad y vaciarla hasta de su propia memoria, lo que requirió poner la totalidad de las instituciones del Estado al servicio del terror.
A 40 años de la más atroz dictadura que nuestra Patria haya soportado, no podemos permitir que aún hoy, en actos públicos, quienes deben representar las expresiones y valores de la democracia se pronuncien subestimando las atrocidades llevadas a cabo esos años, o minimizando su impacto, en lo que constituye un verdadero “negacionismo”.
El “negacionismo”, término acuñado para la negación del genocidio perpetrado por los nazis a la población judía y restantes minorías durante la segunda guerra mundial, se ha extendido a la negación de los genocidios en general. Son comportamientos y discursos que niegan, al menos parcialmente, la realidad de ciertos sucesos históricos percibidos por la mayor parte de la sociedad como hechos de máxima injusticia, objeto de procesos de elaboración científica y/o judicial de las responsabilidades que de ellos derivan. A nivel mundial se han incrementado los esfuerzos para el efectivo combate al negacionismo de todos los genocidios. Es un delito en Suiza, Alemania, Austria, Francia, Portugal, Luxemburgo, República Checa, Lituania, Polonia, Rumania, Liechtenstein, Malta, Eslovenia, Eslovaquia, Letonia, Andorra, Hungría, Grecia, entre otros.
Los discursos negacionistas hacen renacer el dolor de las víctimas y familiares, renovando las humillaciones de los sobrevivientes. El cuestionamiento del número de víctimas y el uso de eufemismos para referirse a procesos históricos son los argumentos prototípicos.
Por eso, desde un espíritu pedagógico, en pos del fortalecimiento de la grandeza de nuestro pueblo como nación, se hace necesario aportar a la superación de este debate recatando de forma irreversible a ese “pueblo de las sombras”, esos 30.000 desaparecidos, y con la fortaleza de las palabras Nunca Más dar lugar al “cómodo país del olvido”, tal como declarara Julio Cortázar en su discurso pronunciado en el “Coloquio de París”, 1 de febrero de 1981, construyendo “desde el presente hacia el futuro un muro que impida que vuelvan a ocurrir cosas como las que vivimos en Argentina en la larga noche del horror”. (Eduardo Luis Duhalde)
Es por estos fundamentos, que solicito a las/los señoras/es legisladoras/es que acompañen con su voto este proyecto.