Fundamentos de la Ley 12495

 

 

            En 1872, con motivo de la construcción de la estación central por el ferrocarril Buenos Aires y puerto de Ensenada, el ferrocarril sur obtuvo autorización para construir un ramal de la estación Barracas al Norte a la estación Tres Esquinas de aquel ferrocarril, y el 12 de agosto de 1872 celebró con todos los ferrocarriles que llegaban a Buenos Aires el convenio para uso común de la mencionada estación central, el edificio de la estación terminal en Plaza Constitución fue mejorado, construyendo nuevos galpones para la carga. Fueron comprados los terrenos en el lugar donde se instalaría más adelante la estación Solá, para construir ahí los talleres y la estación terminal de carga. Fueron ampliados los galpones en Barracas al Sud. (Mario Justo López (h), pág. 119, “El ferrocarril del Sud” (1865-1881).

            Se inauguró la estación Banfield en 1873. Fueron renovadas las vías sustituyendo los rieles Barlow por nuevos de acero. Por decreto del 24 de junio de 1875 fueron aprobados los planos para la mencionada estación Solá. Se introdujo el sistema Block entre Constitución y Barracas. (Mario Justo López (h), pág. 119, “El ferrocarril del Sud”).

            Los primitivos talleres que el ferrocarril central del Sud había construido en un terreno de su propiedad de reducidas dimensiones ubicado entre el Riachuelo y la calle Pavón ensanchados varias veces hasta llegar a su máximo de capacidad en el año 1880.

            En este año la empresa adquirió un terreno de gran extensión al lado oeste de la línea principal, entre la plaza y el riachuelo con el propósito de instalar adicionales bajo el nombre de Solá.

            Las primeras construcciones en ese terreno fueron seis galpones con sus vías y dos talleres para coches y pintura respectivamente.

            Mediante una carta dirigida al gobernador, el ferrocarril del Sud se comprometió a construir la doble vía entre Buenos Aires y Burzaco, lo cual había sido autorizado por Decreto del 18 de octubre de 1881.

            Las exigencias del tráfico ferroviario hace que la doble vía entre Buenos Aires y Burzaco fueran entregadas al servicio el 13 de mayo de 1884.

            En ese mismo año se libró al tráfico la pequeña sección de Témperley a Mármol estableciéndose la unión entre las vías del ferrocarril central del Sud y la línea a La Plata que pertenecía en ese entonces al ferrocarril central del Oeste.

            Los talleres establecidos en Solá sirvieron durante quince años, 1902, ya se hacía indispensable la construcción de nuevos y más modernos. Era imposible efectuar los ensanches y ampliaciones en Solá para atender debidamente al aumento, continuo en el número de locomotoras, coches, vagones, y la ubicación de los grandes depósitos de materiales y almacenes.

            Hacía ya tiempo que el gerente de la empresa, señor Barrow, venía estudiando la idea de instalar nuevos y modernos en un punto más propio, pues las operaciones del ferrocarril del Sud tomaban cada día mayor incremento.

            En las frecuentes visitas que efectuó a los talleres de Solá pudo notar que sus operaciones se realizaban en un estrecho círculo y en instalaciones completamente inadecuadas, que hasta cierto punto imposibilitaban la libre tarea de los mil y tantos operarios que allí trabajaban. Desde entonces se dedicó con toda su energía a procurar el medio de una traslación conveniente.

            Tomó como punto de mira el kilómetro 11 de la línea principal entre Lanús y Banfield, cuyos terrenos ofrecían notables ventajas para instalaciones de esa magnitud.

            Efectuado el estudio por la oficina técnica de la compañía, entró en negociaciones con los propietarios de aquellos terrenos, señores Eliseo Ramírez y herederos de Bernardino Ramírez de Lafuente, y en el año 1897 fueron adquiridos por la empresa 1.286.812 metros cuadrados de terreno, ubicados a ambos lados de las vías principales.

            Enseguida, se formuló un proyecto de vastas y modernas instalaciones, tomando en cuenta la marcha ascendente de la empresa que cada día iba extendiendo sus líneas y aumentando sus trenes rodantes. (“Historia del ferrocarril central del Sud”, Cap. 28, pág. 230, Rogind.).

            En septiembre del año 1898 se envió a Londres el primer anteproyecto para los talleres generales, almacenes, depósitos, oficinas y demás instalaciones a construirse en los terrenos recién adquiridos.

            Con fecha 19 de agosto de 1899 fueron presentados para su aprobación los planos y la memoria descriptiva de las obras que la empresa pensaba construir en sustitución de las que entonces existían en Solá.

            En el proyecto general se hallaba incluida la construcción de dos vías principales adicionales al lado oeste de las existentes desde el kilómetro 9.250 hasta el kilómetro 12.004, destinadas exclusivamente para el recorrido de trenes de carga.

            Para el servicio exclusivo del personal de los talleres, se proyectaba una pequeña plataforma de 90 metros de largo por 10 metros de ancho, con un abrigo de 40 metros de largo.

            Esta plataforma se comunicaba con la entrada de los talleres por medio de un puente sobre las vías.

            Además de las tres casas para vivienda de los jefes superiores, se proponía construir, del lado noreste y lindando con un camino particular, varias casas para los obreros, formando también un club y una plaza de recreo para el descanso y entretenimiento de los empleados.

            Los planos fueron aprobados por decreto del 14 de septiembre de 1899.

            El 26 de octubre de 1901, fue librado al servicio público la cuádruple vía constituida entre las estaciones Lanús y Banfield.

            El 15 de octubre de 1902, la empresa presentó un juego de planos parciales, dando amplios detalles de todos los edificios a construirse para los nuevos talleres, almacenes, etcétera.

            Aparte del proyecto presentado por la empresa para la construcción de los nuevos talleres de Banfield, la compañía presentó por separado en julio de 1900 un escrito solicitando permiso para construir casas y viviendas para empleados y obreros, y una colonia para obreros.

            La autorización para construir las casas fue concedida por resolución del 10 de agosto.

            En el citado año, una de las viviendas del personal jerárquico fue entregada al jefe de locomotoras.

            Al nacionalizarse los ferrocarriles, la vivienda quedó ocupada por dicho personal, al morir, queda como única ocupante su viuda hasta el año 1976 en que fue entregada al club del personal de Dirección del Ferrocarril General Roca, hasta la actualidad.

            Hasta aquí la historia del ferrocarril central, que no es otra cosa que la historia fragmentaria de la República Argentina.

            El riel que se extendía en el desierto era el signo del progreso, de la conquista civilizadora y tras ella llegaba el núcleo poblador, surgía la vida social, se iniciaba el trabajo de la tierra, se dibujaban el embrión confuso del primer esfuerzo, las líneas firmes de las futuras ciudades, y el pujante retoñar de este gran país independiente y digno.

            El ferrocarril central semejaba la antorcha llevada con titánico empuje por las desoladas pampas para iluminar los albores de un pueblo esforzado y feliz, que llegaba por obra de sus hijos a un lugar de vanguardia en el concierto de las grandes naciones.

            Por la gigantesca labor emprendida se puede desglosar en varias etapas hasta llegar a la construcción de los talleres y viviendas que la empresa ferrocarril del Sud estaba empeñada en hacer.

            Sin duda, el ferrocarril central del Sud, era una empresa que estaba bien constituida. Afirmación ésta, fundada en el hecho objetivo de haber incorporado en el corto plazo de cuatro años, 1.243 kilómetros de nuevas vías a su vasta red, estudiando proyectos y cumpliendo obras de verdadera magnitud, no solo en bien de sus propios intereses, sino también en pro de los del público que entraba como principal factor en sus vastas operaciones.

            Cuando llegó a conocimiento del público, en 1900, que era una realidad la construcción de los talleres y almacenes del ferrocarril, se realizaron numerosas ventas de terrenos pagados en mensualidades. La imagen varió notablemente y el área rural comenzó a convertirse en zona de incipiente edificación.

            Corroboran la importancia que tuvieron los talleres en la urbanización del lugar, los avisos de remate aparecidos en los diarios de la época en los cuales mediante planos, se indicaban las fracciones de tierras y su cercanía a las obras de Remedios de Escalada.

            La ubicación de la construcción de las viviendas para el personal que trabajaba allí, estaban separadas por jerarquías laborales.

            Por lo tanto, para el personal subalterno se levantó una colonia, al noroeste de los talleres adyacentes a un camino particular, con destino a los maquinistas, fogoneros, limpiadores y demás obreros del departamento de tracción.

            Y para las viviendas de los jefes, que se localizaban al sudoeste de las vías del ferrocarril sobre el camino real de Lanús a Banfield, que se caracterizaban por la elevada categoría arquitectónica de las casas para la época que se construyeron.

            En el área donde se encontraban las viviendas del personal jerárquico, se sitúa actualmente el club del personal del ferrocarril General Roca, según consta en el plano de mensura, englobamiento y subdivisión 25-161-163, circunscrito por las calles José Ingenieros, Joaquín V. González y las vías del Ferrocarril Central.

            La importancia de las funciones se determinan por la necesidad de trasladar los talleres y depósitos, como función primordial, a esto le secunda la función de habitar, como se dijo anteriormente, en el sitio donde se implantarían los talleres era un área rural, por lo tanto no había ningún tipo de construcción para alojar al personal que trabajaba allí, por tal motivo se construyeron dos áreas de viviendas una para los jefes y otra para los obreros.

            La envergadura del proyecto, verificó tres áreas relevantes:

 

a)                               Zona de talleres y almacenes.

 

b)                              Zona de viviendas del personal jerárquico.

 

c)                               Zona de viviendas para el personal obrero.

 

Los inmuebles en general están constituidos por muros de mampostería tradicional, de ladrillos comunes en todos los perímetros.

            Analizando la infraestructura, vemos que fue muy evolucionada para la época, si la comparamos con la ciudad de Buenos Aires en el mismo período. Tenía un sistema completo de cloacas domiciliarias y una instalación para efectuar la purificación de agua y materiales mediante tanques sépticos. Los afluentes purificados desaguaban en el arroyo Sarandí.

El alumbrado era con luz eléctrica, derivado de los dínamos pertenecientes a la empresa; en esa época solo había luz a gas o a kerosene.

            Existen en el conjunto diferentes tipologías, relacionadas directamente con las funciones que contienen. Las carpinterías en las viviendas son de madera, tanto en el barrio como en el área de los jefes, también existen en algunos casos mamparas de vidrio repartido de perfilería metálica.

Las fachadas de las viviendas, se encuentran revocadas y solo existe ladrillo a la vista en los tímpanos de algunas de las casas, en los volúmenes de las chimeneas, y en los pilares estructurales marcando el estilo. Existen también, molduras revocadas que acompañan el sistema.

En los talleres, depósitos, etcétera, las fachadas son de ladrillo a la vista y las molduras y ornamentos están revocados. En las fachadas de las casas, también existen aleros que jerarquizan los accesos, ejecutados en madera y teja con molduras en madera en las cenefas y en las uniones de las columnas del mismo material.

            El estado de conservación del club del personal de la dirección del ferrocarril central General Roca, ha sufrido modificaciones de superficies cubiertas, dentro del predio que contiene el inmueble en cuestión, que también fue oportunamente acondicionado.

            Por tal motivo, el inmueble no presenta deterioros por falta de mantenimiento, ni problemas estructurales.

            Es importante señalar que la sede del club personal de dirección del ferrocarril central General Roca, fue declarada sitio histórico municipal por ordenanza 9.651, promulgada el 13 de julio de 1998.

            Por lo hasta aquí expuesto, y en consideración de la riqueza patrimonial arquitectónica, histórica y cultural sintetizada en este monumental conjunto arquitectónico comprendido por las construcciones originales de los talleres, depósitos, almacenes, estación, viviendas y por el de la sede del club, es que solicito a mis pares de bancada se sirvan acompañar con su voto favorable la presente iniciativa de ley.