FUNDAMENTOS DE LA LEY 15050

Honorable Legislatura:

Florentino Ameghino nació en Luján, Provincia de Buenos Aires un 18 de septiembre de 1853.

Fue la primera gran figura de la ciencia nacional y la que alcanzó, seguramente, mayor trascendencia internacional. Fue un autodidacta, que puso por alto el prestigio científico del país sin más fuerzas que su formidable tesón y el apoyo de su hermano Carlos, y sin más financiamiento que los exiguos fondos obtenidos de una librería, negocio que manejó durante años en La Plata.

Sin perjuicio de esta limitada condición, Ameghino produjo obras que no tuvieron igual en su tiempo y en su país, como la monumental contribución al conocimiento de los mamíferos fósiles de la República Argentina, de 1889, que le valió́ la medalla de oro en la Exposición Universal de París, o Filogenia, principios de clasificación transformista basados sobre leyes naturales y proporciones matemáticas, que lo ubicó entre las pocas figuras mundiales del enfoque paleontológico de la biología evolutiva. En palabras de Sarmiento, Ameghino era entonces, "un paisano de Mercedes que aquí ́ nadie conoce, pero que es admirado por los sabios del mundo entero."

Como autodidacta, estudió los terrenos de la Pampa, coleccionando numerosos fósiles, en los que se basó para hacer numerosas investigaciones de geología y paleontología. También investigó el hombre cuaternario en el yacimiento arqueológico de Chelles.

Su formación primaria la realizó en forma particular y como entretenimiento infantil recogía huesos en las barrancas de Luján. En Buenos Aires siguió́ estudios secundarios que no concluyó y enseguida se trasladó́ a la localidad bonaerense de Mercedes, donde fue maestro, director de una escuela y dedicó nueve meses al estudio geológico y paleontológico de los terrenos de la llanura pampeana.

La segunda etapa es la más trascendente de su producción científica. Vuelto de Europa con un gran caudal de conocimientos -adquiridos de sus colegas, y en los museos de París, Bruselas y Londres-, y con el material que provenía de los viajes expedicionarios de su hermano Carlos a la Patagonia, Ameghino fue realizando un monumental estudio de cientos de fósiles, que interpretaba a la luz del evolucionismo darwiniano, aún cuando esta teoría no se hallaba firmemente establecida entre los naturalistas. Son también estos los años en los que más sufre y más lucha contra la pobreza; financia sus emprendimientos con las ganancias de una modesta librería y sólo en 1903, cuando prácticamente había completado su obra, recibió́ la primera designación duradera del Estado. Cierra esta etapa de su vida en 1906 con formaciones sedimentarias del Cretá ceo Superior y del Terciario de Patagonia, una obra de síntesis que no se limita a las descripciones, sino que plantea hipótesis sobre la evolución de los diversos mamíferos y analiza las distintas capas de la corteza terrestre y sus posibles edades.

En 1875 dio a conocer las primeras especies nuevas que había descubierto. En el mismo año, se presentó en un concurso–exposición organizado por la Sociedad Científica con siete cajas de fósiles. Pero a los jurados poco les interesaban aquellas reliquias y sólo las premiaron con la última de las catorce menciones honoríficas.

Ameghino insistió́ al año siguiente con una memoria sobre el cuaternario -la más reciente era geológica- que ni siquiera fue considerada.

La Exposición Internacional de París de 1878 es adonde lleva luego su ya crecida colección de fósiles. En Europa siguió́ cursos, visitó museos, se relacionó con importantes científicos y pudo publicar La antigüedad del hombre en el Plata y Los Mamíferos fósiles en la América Meridional, que se traduciría más tarde al francés. En 1884 publicó Filogenia, una obra teórica en la que desarrolla su concepción evolucionista, de neto corte lamarckiano, y propicia, con intuición precursora, la fundación de una taxonomía zoológica de fundamentos matemáticos.

En 1886, Francisco P. Moreno lo nombró vicedirector del Museo de La Plata, asignándole la sección de paleontología, que Ameghino enriqueció́ con su propia colección. Pero fue poco el tiempo en que estos dos científicos trabajaron juntos y la Cátedra de Zoología de la Universidad de Córdoba fue el inmediato destino de Ameghino desde 1888. Un año después presentó en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias su obra magna, compuesta por 1028 páginas y un atlas: Contribución al conocimiento de los mamíferos fósiles de la República Argentina.

Cuando se estaba desempeñando como profesor de mineralogía y geología en La Plata, fue convocado para hacerse cargo de la Dirección del Museo Nacional de Historia Natural de Buenos Aires, en reemplazo de Germán Burmeister, quien fuera su gran oponente intelectual, y de Carlos Berg. Con la dirección de Ameghino, que contaba con un muy bajo presupuesto, el museo consiguió́ acrecentar notablemente su material.

Desde las primeras publicaciones de Ameghino, se despertó́ en el extranjero, sobre todo en los Estados Unidos, la curiosidad por observar directamente y poder coleccionar los fósiles de mamíferos patagónicos. Así,́ en distintas épocas, destacados hombres de ciencia recorrieron nuestro país y produjeron importantes trabajos.

Otro aspecto de su obra está representado por las construcciones teóricas y doctrinarias, con las que estructuró todas sus observaciones y descubrimientos, y que aparecen en Mi Credo, la concepción del universo según un filósofo científico y en Los Infinitos.

Esta obra se basa en las colecciones comenzadas con las expediciones anuales de Carlos Ameghino a la Patagonia, allá́ por 1887. En un singular trabajo de colaboración, año tras año Carlos enviaba a su hermano documentación minuciosa sobre las sucesivas faunas extinguidas que la naturaleza había preservado en los suelos de Chubut, Neuquén, Santa Cruz y Río Negro.

Entonces, en la trastienda de su comercio de librería, Florentino Ameghino fue realizando un estudio sistemático de esos cientos de fósiles, que interpretaba a la luz del evolucionismo. George Gaylord Simpson, uno de los fundadores de la "Teoría Sintética de la Evolución", calificó esta empresa como "uno de los más notables logros en la historia de la ciencia."

Es así que su obra alcanza visos de genialidad. No sólo por su volumen y amplitud (hizo estudios antropológicos, paleontológicos y geológicos) sino por formar parte de un enfoque integrado, que le permitió́ realizar una reconstrucción paleogeografía del continente y de las migraciones de animales extinguidos a lo largo del tiempo geológico. Además, realizó trabajos sobre el lenguaje (en el origen poligénico del lenguaje, de 1910), propuso un nuevo sistema de escritura taquigráfica, que él mismo utilizaba para tomar notas (Taquigrafía, de 1880), y analizó los problemas ambientales, en trabajos tales como las sequías e inundaciones de la provincia de Buenos Aires, de 1884, un trabajo que actualmente es objeto de culto entre los climatólogos.

Tan importante como su obra paleontológica fueron las proyecciones que estas adquirieron y sus escritos filosóficos. A pesar de que no se considera un filósofo, obras como Mi Credo lo posicionan como el primer filósofo explícito de la ciencia que diera al mundo América Latina.

Impresiona el volumen que alcanzaron sus publicaciones en los 57 años que vivió́. En una recopilación, publicada como Obras Completas, se cuentan 24 volúmenes de entre 700 y 800 páginas cada uno, que contienen clasificaciones, estudios, comparaciones y descripciones de más de 9000 animales extinguidos, muchos de ellos descubiertos por é

l. Tal importante era este catálogo en relación con la cantidad total de mamíferos extinguidos conocidos en el mundo entero, que científicos de América y Europa viajaban a la Argentina a conocer la "colección de Ameghino", escépticos y curiosos, para rendirse por fin, ante la evidencia de la verdad y el genio del naturalista.

Existen diferentes homenajes a Florentino Ameghino en la República Argentina, en otros países y hasta un cráter en la Luna.

En 1917, en la ciudad de La Plata, Argentina, la avenida Diagonal 80, hasta entonces llamada Avenida Ferrocarril, mediante la Ordenanza Municipal № 3 de fecha 25 de enero de 1917, pasó a llamarse “Florentino Ameghino”.

El mausoleo de Florentino Ameghino, ubicado en el Cementerio de La Plata, ha sido declarado Monumento Histórico Nacional.

Varias localidades argentinas llevan el nombre de Florentino Ameghino, así como diversos establecimientos educacionales en todo el país, bibliotecas y museos, plazas, escuelas, y parques en distintas localidades.

Así, le rinden homenaje el Parque Florentino Ameghino, sito en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires; El departamento Florentino Ameghino, división administrativa de la provincia de Chubut; otra división administrativa de la provincia de Buenos Aires; una ciudad de la provincia de Buenos Aires, una localidad de la provincia de Misiones, un dique, espejo de agua artificial en la provincia del Chubut, una localidad de la provincia del Chubut, un bosque petrificado, un colegio nacional ubicado en la ciudad de Mercedes, de la provincia de Buenos Aires, un canal construido en 1979 para controlar las inundaciones en la provincia de Buenos Aires, que posee una longitud de 92 km, 30 metros de ancho y 2,5 metros de profundidad, el vivero municipal de la ciudad de Miramar y un club de la ciudad de Necochea, entre otros. En honor a ambos hermanos se nombró un mineral argentino, la ameghinita.

Florentino Ameghino murió́ en La Plata, en 1911, a los 57 años de edad, enfermo de diabetes y también por resistirse a una intervención quirúrgica. Sus restos se ubican en el cementerio de La Plata. Falleció en medio de una atmósfera de generalizado reconocimiento a su labor y a su figura. Ese mismo reconocimiento que le había faltado en la época de oro de su trabajo científico.

Tal como fue mencionado en iniciativas similares de mi autoría, como los reconocimientos a Juan Vucetich, Carlos Spegazzini y Alejandro Korn, el dictado de esta ley constituye un acto de justicia, largamente postergado, hacia un hombre notable declarado como uno de los máximos referentes de la paleontología, considerado un perpetuo embajador científico de la provincia de Buenos Aires y de la República Argentina.

En virtud de lo anteriormente expuesto, es que solicito a los señores y señoras legisladores que acompañen con su voto positivo el siguiente proyecto de ley.