FUNDAMENTOS DE LA LEY 15066
Guillermo Vilas nació el 17 de agosto de 1952, en la ciudad de Buenos Aires, regresando a los tres días junto a sus padres a la ciudad de Mar del Plata.
A la edad de 9 años, Guillermo comenzó a tomar clases de tenis en el club Náutico de Mar del Plata con Felipe Loccicero, descubriendo su pasión por ese deporte; más tarde Guillermo en una nota recordaría…”Le pregunté a Felipe que hacían los campeones. Entrenarse cuatro horas por día, me contestó. Entonces yo le dije que me iba a entrenar seis”.
Fue así como siempre tuvo claro el objetivo que perseguía. Era hábil y, fundamentalmente, sorprendía su dedicación al trabajo, horas y más horas se quedaba perfeccionando sus golpes contra un frontón que terminaría gastado de los pelotazos que ese zurdo prometedor no se cansaba de dar. Sus grandes actuaciones en Mar del Plata, obligaron a que antes de cumplir 18 años se produjera un debate interno en la familia Vilas: ¿Qué hacer con el futuro de Guillermo? La abogacía le gustaba como futuro medio de vida, pero mucho más le tiraba la raqueta. Conclusión: emprendió viaje a Buenos Aires, donde empezó a competir a fondo y no tardó en transformarse en el mejor jugador argentino.
A principios de 1970 comenzó su carrera internacional y compitió en el circuito hasta 1989, cuando se retiró en Roland Garros después de perder con el italiano Pistolessi. Ganó más de 61 torneos internacionales y, fundamentalmente, popularizó en Argentina un deporte que parecía ser solo para unos pocos. Vilas, con su estilo de juego (esfuerzo, esfuerzo y mucho más esfuerzo) se transformó en un referente.
Entre sus grandes conquistas figuran: el torneo de Maestros (1974), el Abierto de Francia Roland Garros (1977), el Abierto de EE.UU, Forest Hills (1977) y el Abierto de Australia (1978, 1979). Su estadística indica que jugó más de 80 partidos representando a nuestro país en la Copa Davis. La mejor actuación fue en 1981. Haciendo dupla con José Luis Clerc, perdieron la final ante el poderoso equipo de los EEUU, en cuatro jornadas inolvidables para el tenis argentino. Tiene el record de haber ganado setenta y seis partidos en forma consecutiva. En esa racha perdió con Illie Nastase quien lo doblegó, cuando parecía invencible, utilizando una raqueta de doble encordado. Pero como luego fue prohibida ese tipo de raqueta, se le reconoció el récord igual. Por su gran trayectoria como tenista se ganó un lugar en el Salón de la Fama del Museo del Tenis, de la Asociación Internacional de Jugadores. En Mar del Plata se encuentra el Museo Guillermo Vilas en el cual se encuentran trofeos, raquetas y demás pertenencias de Willy.
Pero, indudablemente, su gran año fue 1977. Lejos, el mejor de todos. Porque ahí se vio a un Vilas implacable. Aquel 1977 se propuso llegar a lo alto del ranking. No era, precisamente, una tarea sencilla. El domingo 11 de septiembre, sobre el clay verde de Forest Hill, en el recoleto barrio del Queen's, en Nueva York, Vilas tocó el cielo con las manos. La gloria era suya y de nadie más. Porque ganó el Abierto de los Estados Unidos ganándole al local número uno del mundo, el inolvidable Jimmy Connors. Era su consagración.
Había jugado un campeonato inolvidable, ganándole sucesivamente a Manuel Santana (6-1 y 6-0), a Gene Mayer (6-3 y 6-0), a Víctor Amaya (6-3 y 6-3), a José Higueras (6-3 y 6-1) a Ray Moore (6-1, 6-1 y 6-0), a Harold Salomon (6-2, 7-6 y 6-2) y a Jimmy Connors (2-6, 6-3, 7-6 y 6-0). No obstante haber sido el mejor tenista del momento, los caprichos de la tecnología se empeñaron en no darle el ansiado número uno. Es que debió ser el número uno. Pero no. El mejor jugador argentino de todos los tiempos nunca figuró al tope de la clasificación, ya que en ese momento, después del Abierto de Estados Unidos, siguió siendo segundo detrás de Connors. Igual, el mundo del tenis coincidió en afirmar que Willie era el mejor. Hasta la Federación Internacional creó, a partir de 1978, el título de campeón mundial para el dueño de toda la temporada.
De la mano de su ladero Ion Tiriac, un duro entrenador que le inculcó aún más la palabra sacrificio, Vilas se fue haciendo cada vez más grande.
La historia del tenis en Argentina se divide en antes y después de Vilas, el hombre que con tenacidad y talento en 1977 se consagró como el mejor jugador del mundo. Su nombre es sinónimo de tenis en el planeta y figura en todas las enciclopedias contemporáneas.
De un modo incomparable ganó honores y gloria para el deporte argentino, y a partir de 1977 el tenis en la Argentina comenzó a ser un deporte masivo.
Guillermo Vilas produjo una revolución profunda en la vida de un deporte nacional, como el tenis, deporte minoritario, reproduciendo su imagen ganadora en miles y miles de jóvenes varones y mujeres, que descubrieron el tenis gracias a la tenacidad de este deportista, dejando un legado: todo es posible con trabajo y dedicación, convirtiéndose en ejemplo y referente del deporte de todos los tiempos, espejo de generaciones y ejemplo de superación.
Por lo expuesto, es que se solicita a los señores senadores acompañen con su voto afirmativo el presente proyecto.