Fundamentos
de La violencia es un fenómeno de todas las épocas, pero a medida que avanzan y se consolidan los procesos democráticos aumenta la preocupación por todos aquellos acontecimientos o sucesos que pueden perjudicar la integridad de la sociedad en general y de los individuos en particular. Es un dato de nuestro tiempo la generalización del fenómeno de la violencia y de la profunda magnitud que ha adquirido, haciéndose presente en la mayor parte de nuestras instituciones, y afectando, principalmente, a los miembros más débiles del cuerpo social. Si bien el problema de la violencia tiene dimensiones universales, ello no invalida, que se adopten medidas a nivel de pequeñas comunidades o instituciones, como por ejemplo, la escuela, que tiendan a erradicar modelos violentos y/o disminuir todo tipo de violencia. La violencia se enmarca en un determinado contexto socioeconómico, cultural, histórico y político. En las comunidades donde no se respetan los derechos y se vulnera la ley como práctica y método, prevalece la violencia no solo como forma de resolución de conflictos, sino ya como práctica de relación entre sus integrantes. En la institución "Escuela" se manifiestan diversos tipos de violencia (física, psíquica o emocional, verbal, sexual y social), sus causas son múltiples y complejas no obstante, el factor común que subyace a toda las formas de la violencia es el abuso de poder o abuso de autoridad, es decir, la imposición de algo a otro sin su consentimiento. Esto generalmente ocurre cuando una persona (por ejemplo, por el rol que ocupa en determinado grupo o institución) se considera más fuerte, abusando de otra menos fuerte o poderosa, resultando la institución "Escuela" un lugar propicio para la reproducción de estos abusos cuando está ausente la conciencia sobre esta problemática o no se respetan los límites de la autoridad. Las estructuras jerárquicas y los roles asimétricos facilitan las conductas abusivas y violentas cuando no existen el respeto hacia el otro y no se pueden reconocer los distintos intereses o necesidades de las personas implicadas. Es en la interacción educativa diaria donde los docentes clasifican, ordenan y tipifican las diversas conductas esperadas con los aditamentos culturales que ello implica. Los estereotipos y prejuicios que refuerzan la violencia se trasmiten y multiplican también en el ámbito escolar. De ahí que se vuelva necesario revisar los mecanismos, a veces sutiles e invisibles, que día a día contribuyen a la violencia a fin de hacerlos evidentes, conscientes, y así poder modificarlos o erradicarlos. En la escuela se condensan los conflictos y presiones que se padecen a nivel personal, familiar y social. Y por ello, las manifestaciones de violencia en la escuela constituyen un síntoma, un emergente resultante de la violencia social que atraviesa la institución. Es muchas veces una respuesta, y como la violencia engendra más violencia, se hace necesario interrumpir esta cadena brindando alternativas diferentes, ayudando a construir relaciones diferentes. Si bien la escuela es una institución intermedia que muchas veces reproduce modelos violentos, también es el lugar donde convergen distintas generaciones, convirtiéndose en un espacio propicio para la reflexión y la búsqueda de alternativas frente a conductas nocivas. Existen antecedentes sobre programas de prevención de la violencia en establecimientos educacionales de algunos distritos de la provincia de Buenos Aires, como por ejemplo, en la ciudad de Pergamino con buenos resultados y un cúmulo de experiencias que amerita el camino idóneo es una política preventiva. Los medios de comunicación de nuestro país, casi cotidianamente reproducen hechos de violencia que ocurren en las escuelas públicas y privadas. Agresiones y malos tratos de docentes hacia los alumnos, de directivos hacia los docentes, batallas campales a veces con una ferocidad inusitada protagonizada entre los alumnos entre sí. Daños, agresiones y violencia emocional de los alumnos hacia los docentes, de los padres hacia los alumnos y contra los docentes. El espiral de violencia, en la sociedad toda, y especialmente en las escuelas parece no tener fin. Pero son muchos más los hechos violentos silenciados y ocultados meticulosamente puertas adentro en los establecimientos educacionales, que los conocidos por la opinión pública. Lo que no se habla, lo que se niega, lo que no se puede poner en palabras, se actúa. La forma de resolución violenta de los conflictos es una demostración de la impotencia para resolver los problemas de otra manera. Ser violento es un aprendizaje, pero también se puede aprender a resolver los conflictos buscando conductas alternativas apelando a la reflexión, a la negociación y a la creatividad. Y en este punto es preciso afirmar, que existe en el Estado una responsabilidad indelegable en adopción de una política global que atienda a la problemática y que prevenga la violencia como una cuestión donde están involucrados los derechos humanos y la seguridad de los integrantes de la sociedad. Pero la gigantesca tarea que significa prevenir la violencia, no puede ser afrontada solamente desde el gobierno, sino que en ello debe comprometerse e implicarse la sociedad toda, por ello el abordaje de esta temática debe realizarse interdisciplinariamente dado su carácter complejo y polifacético. La prevención en el ámbito escolar instrumentada a través de talleres y la utilización de distintas técnicas que faciliten la sensibilización y concientización sobre la problemática y la modificación y/o erradicación de pautas violentas, no solo será fruto de la labor de técnicos o especialistas sino fundamentalmente de la activa participación de los miembros de la comunidad educativa toda. Es necesario tomar una iniciativa fuerte desde el Estado para frenar el auge de la violencia y un programa provincial de prevención de la violencia, que se despliegue en todos los establecimientos educacionales, será el inicio de una reversión de una tendencia alarmante y el comienzo de una acción firme y sistemática de difusión de valores y modelos que resalten la cooperación y la solidaridad como método para resolver los conflictos. |