|
Fundamentos de la Ley 11888
La Guardia de San Miguel del Monte, es un pueblo con historia, y esta es la conciencia de la Patria. Se suele decir que revisar la historia es abrir viejas heridas; sin embargo, nada más peligroso para la salud de la nacionalidad, que el cierre en falso de esas heridas. También se pretende quitar importancia a la historia, porque lo que urge es la de ahora, en vez de pensar que la de ahora, no se puede resolver, sin primero entender la de antes. La historia no puede ser sólo el relato animado y ardiente de los tumultos y las batallas que la libertad y el heroísmo produce, ni las minuciosas referencias de las intrigas, pasiones, rencores o disturbios que la pequeña ambición o el afán del bien público encienden entre los hombres. Ella es más grande, más fecunda, más útil: estudia las leyes generales y locales, las influencias del medio ambiente e intelectual, separa las ideas, los sentimientos dominantes de la época en sociedad, la multitud y los hombres directivos, para deducir con exactitud y claridad lo que el pasado encierra de enseñanza para, en el futuro, juzgar la acción de los hombres. Somos una Nación joven, tenemos el deber y el derecho de revisar la mistificación de nuestra historia. Depurarla de las mentiras convencionalmente aceptadas, es apuntar a un futuro de verdad y de fe, en nuestro destino como Nación libre y justa. En este marco, hay que rememorar, que éste tradicional pueblo bonaerense, tiene caros aportes al nacimiento de la Patria, ya que su fundación data del 18 de noviembre de 1779. Fue en su momento considerada capital del desierto y avanzada de la civilización. Allá por 1817, llega por estas pampas, un joven estanciero que adquiere las tierras de los Cerrillos, a don Juan Molino Torres: éste joven estanciero era don Juan Manuel de Rosas. Eran campos ubicados de este lado del Salado, y que confinaban con tierras de los indios. De inmediato Rosas (hombre de orden y progreso), comenzó una transformación económica y social, produciendo las primeras cosechas de maíz y de trigo de las que se tengan memoria. Pagó a su peonada los mejores sueldos de la época, y estableció estricta normas de trabajo y disciplina, lo cual le valió la consideración y estima de los habitantes de éste Pueblo. Ni bien se hizo cargo de Los Cerrillos, mandó construir el rancho que hoy es la única pertenencia del restaurador que se conserva en pie, luego de su traslado al casco urbano y lugar histórico de San Miguel del Monte. Sin dudas, a partir de entonces, Rosas se convierte en la principal figura del lugar, y aquí comienza su proyección a la vida de la Nación; es así como hacia 1820, con gauchos organizados a su costa, denominados Los Colorados del Monte, parte en auxilio del gobernador de Buenos Aires, don Martín Rodríguez, a restablecer el orden alterado por el coronel Pagola y sus cívicos. En acción relámpago, hace replegar a los insurrectos, y restablece el orden en la ciudad, lo cual le valió el reconocimiento del Gobierno y de los habitantes de Buenos Aires. Este rancho, de treinta metros de largo por casi seis de ancho, de bajas y gruesas paredes, con techos de paja atado con tacuaras y tientos de potro, es un símbolo de ésta tierra, y su fortaleza debe ser templo para el espíritu de los argentinos. Porque su construcción simple y con materiales del lugar, significa más allá del tiempo y de la distancia, la historia de muchos hechos que marcaron la vida de nuestra Patria. Allí Rosas, no solo lo habitaba, sino que en él pergeñó muchas de las cosas que luego en el gobierno, sirvieron para mantener nuestra integridad territorial, y nuestro carácter de nación libre. «No lo olvidaré nunca, y cuando necesite el apoyo de mi Provincia, sabrá cuanto lo estimamos yo y mis santafesinos", le decía el general Estanislao López a Rosas, luego de haber participado en las Cerrillos, de una reunión en la que se fijaron bases de un entendimiento perdurable entre bonaerenses y santafesinos. Rosas, estrechándole las manos, le contestó: «En los Cerrillos siempre habrá un rancho para el amigo, y un par de mil hombres para el aliado". Muchos son los testimonios del afecto que Rosas sentía por estos pagos, pero tan sólo transcribimos el santo y seña de su expedición al desierto: San Miguel del Monte Glorioso. Allá por marzo de 1833, cuando parte de éste pueblo, en esa gesta que trajo paz con los indios, y el establecimiento de numerosos puestos que dieron nacimiento a futuras poblaciones habitadas por el cristiano, reconoció ríos: el Colorado y el Negro. Logró así, una de las más preciadas metas, para establecer el trabajo y la producción, integrando al aborigen, puesto que éstos reconocían en el restaurador, a un hombre de palabra y acción integradora. Muchos hechos más habría para testimoniar la presencia de Rosas en estos pagos y en los Cerrillos, pero cuando la verdad y la justicia es la meta, creemos innecesario la reiteración, porque ella aflora en el alma de un pueblo que lo recuerda con respeto y afecto. Por lo expuesto, y a los fines de lograr la mejor preservación de esta reliquia histórica el Rancho de Rosas, hoy ubicado en el espacio que correspondiera al antiguo fuerte de ésta población, por convenio celebrado en 1987 por el Intendente doctor Raúl Carlos lribame y el señor Jorge Otto Bemberg (actual propietario de la estancia los Cerrillos), es que consideramos imprescindible la intervención de los poderes públicos provinciales, para que ésta pieza de alto valor histórico, más allá de ser declarada de interés y monumento provincial, se puedan arbitrar los medios pertinentes para su preservación y resguardo, con lo cual se reparará un imperdonable olvido, que hace a la historia de la más pura tradición argentina.
|