Fundamentos de Salvador Mazza nació en la ciudad de Buenos Aires el 6 de junio de
1886. Quedó huérfano de padre a los cuatro años, trasladándose posteriormente
con su madre a la ciudad de Rauch (provincia de Buenos Aires). Desde niño se
distinguió por su afición al estudio, ingresando cuando contaba con 11 años
al colegio Nacional de Buenos Aires. Alumno de Desarrolló en su formación la bacteriología, la química analítica y la patología, teniendo un gran dominio de idiomas extranjeros, especialmente francés y alemán. Fue nombrado bacteriólogo del entonces Departamento Nacional de Higiene, realizando estudios y publicaciones sobre tifus, mal de ozena, lepra, tracoma, etc. Le fue encargada la organización del lazareto de la isla Martín García, un laboratorio para la búsqueda de portadores sanos de gérmenes de cólera en inmigrantes que ingresaban al país. En 1916 llegó a ser profesor suplente de la cátedra de bacteriología y, luego de la renuncia del doctor Malbrán, titular a cargo de la misma. Fue también jefe del laboratorio central del Hospital de Clínicas de Buenos Aires. Se incorporó al Ejército por un corto período y trabajó durante ese intervalo en la modificación de la vacuna antitífica que se inoculaba entonces a los conscriptos. Realizó varios viajes por Europa
donde visitó los centros científicos mas afamados de París, Berlín, Hamburgo
y Londres. En el año 1921 participó de Mazza no
había sido indiferente, a la inversa que muchos, a los estudios del doctor
Carlos Ribeiro Justiniano das Chagas. Este joven
científico brasileño había descubierto en el año 1909 la existencia en la
sangre de un parásito, tripanozoma al que denominó crozi, vinculándolo a diversas alteraciones clínicas,
fundamentalmente cardíacas y en el aparato digestivo, que presentaban muchas
personas. Chagas había viajado en El doctor Mazza decidió retomar aquellos estudios creando
un instituto que se dedicara a investigar las enfermedades propias de las
regiones del interior del país. Con dicho objeto organizó en 1925 la primera
sociedad científica de Jujuy: La sociedad de Patología Regional del Norte -de
la que surgirían valiosos investigadores provenientes de estas zonas alejadas
de Durante largos años debió enfrentar la incredulidad de muchos de sus colegas, para quienes las muertes derivadas de dicha enfermedad eran causadas por simples insuficiencias cardíacas. Como se expresó anteriormente, el doctor Mazza desarrollo especialmente, trabajos de investigación respecto de la tripanosomiasis, denominada enfermedad de Chagas, que había comenzado a ser estudiada por aquel médico brasileño algunos años antes. Se trataba de encontrar la relación de esta patología con el tripanosoma cruzi. Por su contribución en este campo se reconoce también a la misma como enfermedad de Chagas-Mazza. Habiendo cumplido 40 años, y con
grandes antecedentes profesionales, había resuelto renunciar en su cargo en Luego de ese gran paso iniciado
por Salvador Mazza, en 1928 se crea oficialmente El gobierno de la provincia de
Jujuy, mediante un decreto del 11 de mayo de 1928, donó dos hectáreas de
tierra fiscal en un sector rural, así como la suma de $ 30.000 para la
construcción de Aquella institución, que funcionó
en los aledaños de la ciudad de Jujuy, actuaba como organismo de extensión
universitaria dependiente del Instituto de Clínica Quirúrgica de Su personal estaba integrado no
sólo por médicos y diversos especialistas sino también por entomólogos,
veterinarios, bioquímicos, zoólogos, etc. Cabe destacar que entre los
profesionales que integraron este importante equipo, tuvo una relevante
participación el doctor Miguel Eduardo Jorg, quién
se incorporá a Estos profesionales se integraron
en un verdadero equipo multidisciplinario -que llegó a reunir a más de 40
investigadores- y no se ocuparon solamente de la enfermedad de Chagas, motivo relevante por el cual había sido creada Jamás hasta la creación de Como complemento de la labor fija,
en La actividad de Al desarrollarse estas investigaciones, se logró encontrar pacientes chagásicos puros en una región subtropical libre de bocio y fuera de otra contaminación parasitaria, lo que fue confirmando la existencia de la enfermedad de Chagas y la vía de contagio de la enfermedad, a través de la vinchuca, que al picar defecaba sobre la herida transmitiendo de tal forma los parásitos. Este insecto prolifera en los ranchos de barro y paja donde habitaban los humildes pobladores de la región, por lo que para su eliminación se debían mejorar las condiciones de vida de los mismos, construyendo viviendas de mejor calidad. Los ranchos eran verdaderas incubadoras de la enfermedad. Era notable la relación entre la enfermedad y la miseria, produciéndose asimismo un transporte pasivo de una región a otra por parte de los trabajadores golondrinas, quienes trasladaban a los insectos entre sus pertenencias. El doctor Salvador Mazza consideraba que la endemia chagásica no se acabaría mientras existiera el rancho. Desarraigo y trabajo golondrina eran el caldo de cultivo de la enfermedad Denunciar esta situación, significaba enfrentar a los sectores de poder social, político y económico, para quienes ello significaba meterse en temas que no le competían a la medicina. El doctor Chagas, aquel genial científico brasileño descubridor de la enfermedad, quien padeció como se dijo anteriormente, indiferencia y calumnias, escribió:" Hay un designio nefasto en el estudio de la tripanosomiasis. Cada trabajo, cada estudio, apunta un dedo hacia una población mal nutrida que vive en malas condiciones, hacia un problema económico y social, que a los gobernantes les produce tremenda desazón pues es testimonio de incapacidad de resolver un problema tremendo. Es un problema de vinchucas, que invaden y viven en habitaciones de mala factura, sucias, con habitantes ignorantes, mal nutridos, pobres y envilecidos, sin esperanzas ni horizonte social y que se resisten a colaborar. Hable de esta enfermedad y tendrá a todos los gobiernos en contra. Pienso que a veces más vale ocuparse de infusorios o de batracios que no despiertan alarma a nadie..." A su vez, quienes descreían de la existencia de la enfermedad de Chagas acusaban a los investigadores de impericia, aventurerismo científico y falta de rigor en sus estudios. Estas críticas crearon una situación conflictiva con las nuevas autoridades de la universidad de la cual dependía el doctor Mazza. Sin embargo, continuó con gran esfuerzo las tareas junto con su grupo de fieles colaboradores. Tiempo después su trabajo dio
frutos al poder verificarse todo el proceso de desarrollo de la enfermedad,
lográndose aplicar los primeros tratamientos para combatir la misma cuando
está en su etapa inicial. Estos hechos tuvieron una gran repercusión pública,
llevando a En el año 1942, Salvador Mazza entró en contactos con Alexander Fleming, el descubridor de la penicilina, con el objeto
de obtener un cultivo del penicilio original para
intentar la producción experimental del nuevo antibiótico en En el lapso de En 1946, Salvador Mazza se trasladó a México como invitado especial a unas jornadas de actualización sobre enfermedad de Chagas; colaborando allí para entrenar a los médicos latinoamericanos en la pesquisa y los últimos adelantos obtenidos en esta enfermedad. El 22 de enero de 1947, bruscamente se sintió mal y un infarto agudo de miocardio lo derrumbó en la ciudad de Monterrey, donde murió en la plenitud intelectual de sus 60 años. Pocos años después se produjo el deceso de su mujer, quien lo había apoyado en sus investigaciones, también por infarto de miocardio. A partir de su fallecimiento, la
institución por él fundada y capitaneada con tanta eficiencia sufrió una
serie de avatares político-institucionales que concluyeron con su traslado
definitivo a Tal como se menciona en la parte
final de la conocida obra cinematográfica sobre su vida -denominada Casas de
Fuego- interpretada por el actor Miguel Angel Solá: " En un acto recordatorio de su vida
realizado por Nos dejó a su muerte el registro de 1.400 casos, ratificados por el hallazgo del parásito en sangre o en tejidos, material infortunadamente desaprovechado ulteriormente. Fue severa su figura, rector de nuestra tarea; nos arrastró su imagen, su laboriosidad incontenible, su talento pródigo en consagración y esperanza, lleno de intenciones creadoras. Fue insobornable, su entereza no persiguió admiración ni favores políticos; no buscó victorias, supo valer como ejemplo que nos animó en su camino de luchas y frustraciones; de silencios sin ánima y de soledades sin eco. Y es así que en ese conocimiento y convicción nos vemos reunidos aquí para dar testimonio que su mensaje de intencionalidad patriótica, no murió con él. Mensaje imperecedero. Que implica dedicación penetrante a un problema de prioridad salubritaria como lo es la enfermedad de Chagas, aún la cuarta causa de morbilidad y mortalidad de América, cuya erradicación exige persistencia y amplitud de empeño investigacional y asistencia. De la pervivencia del mensaje de Mazza dan prueba casi medio centenar de investigadores
actuales, que desde el Comahue hasta el Pilcomayo; desde las tierras huarpes
al dominio guaraní, han prolongado la obra de La historia del Mal de Chagas y la lucha que se libró y se siguie manteniendo contra este flagelo, está llena de grandeza y miserias, de actos de generosidad y abnegación, así como de mezquindades y politiquería interesada. En nuestro país, la lucha contra el Chagas está marcada por un ilustre nombre, el del doctor Salvador Mazza. Constituye un ejemplo para la nuestra y las futuras generaciones la vida del doctor Mazza. Necesitamos muchos ejemplos como él, muchos modelos, muchos espejos a los que se miren los argentinos de hoy y de mañana. Por tales motivos consideramos que nuestra Provincia, en la que pasó su niñez quien ha sido reconocido como uno de los profesionales de mayor relevancia en la historia de la medicina argentina, debe declararlo ciudadano ilustre post mortem en mérito a su invalorable contribución científica -destacada a nivel mundial-, especialmente por sus investigaciones respecto al denominado Mal de Chagas. |